Por Camila González
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Cuando la tecnología, en su mágica capacidad de hacer redes de personas, y la solidaridad por las causas comunes se juntan deriva un resultado que no puede más que conmover. De nuevo se trata del crowdfunding, esta vez vinculado al arte. El arte como necesidad básica para no volvernos locos, como fórmula maravillosa de redimir la realidad que nos latina y no siempre sabes cómo abordar.
De diversas maneras, ahora hacen equipo el crowdfunding y la apasionada búsqueda de arte por sobrevivir, en medio de una sociedad que la ha situado en el número 28 de sus prioridades, cuando después de comer y respirar, seguro se lleva los primeros lugares. Hablando de arte y tecnología, les comparto algunos conceptos a través de los cuales el arte se permite fluir a través de los megabitz:
Alcancía virtual solidaria. Cent up, una alternativa para donar y financiar proyectos de arte y causas sociales, es una plataforma a través de la cual los creadores de contenidos ganan dinero por su trabajo. Es una aplicación que instala quien quiera ser donador, allí deposita la suma de dinero que quiera y va donando a los proyectos registrados, de centavo en centavo, el monto que establece previamente. De alguna forma, hace que la gente se sienta bien donando para que continúe el trabajo de los demás. Cada donación, por pequeña que sea, dirige la mitad del dinero al proyecto y la otra mitad a causas de caridad de Cent up, por ejemplo, das un dinero para financiar la publicación de un libro y el 50% llega al autor y el otro 50% puede que financie talleres de literatura en zonas marginadas.
Orquesta sinfónica de YouTube… es la sensacional unión de talentos en línea de músicos de 33 países. Una orquesta colaborativa, resultado de la ruptura de la distancia que hace posible Internet. Casi nada, se destruyen las distancias, ya no existen, estamos todos juntos. Qué loco, se me cierra la garganta cuando los escucho, millones de personas han visto los videos de las audiciones. Estrenaron en abril de 2010 e hicieron una segunda sinfonía en Sidney en marzo de 2011: el concierto de música en vivo más visto en Internet. Busquen en YouTube.
Proyectos culturales financiados a través de “fondeadoras” nacionales como Fondeadora.mx. Fondear un proyecto no es venderlo, conseguir inversionistas o pedir prestado dinero, es plantear la idea para que quien quiera –el fondeador- colabore con dinero a cambio de ciertas recompensas. El punto es recaudar el monto mínimo antes de la fecha límite establecida, si no, se reembolsan las contribuciones. La fondeadora cobra el 5%. Tiene desde proyectos de restauración de piezas de patrimonio nacional a nombre de “Amigos del MUNAL” que ofrece como retribución: tarjeta de socio, invitaciones a inauguraciones, y descuentos y entradas gratuitas, y sin filas.
En esta misma fondeadora, encontré un proyecto de cine que busca 300.000 pesos para hacer una película llamada Especial. ¿A cambio? Copia digital del guión, acceso privado al streaming de la película, participación en rifa para cenar con el elenco. Con esta dinámica Don´t Panic Films ya hizo la película Sincronía.
Otra opción, bajo el mismo concepto de financiamiento colectivo es el de Transformadora Ciel, ya les había contado de esto, la primera vez que una marca se involucra con esta dinámica y ofrece donar el 50% a los proyectos que logren recolectar el restante 50% entre los internautas comunes.
Pues ahora en la plataforma de Ciel hay un clamor bien interesante: por llevar teatro de calidad a escuelas secundarias en zonas de escasos recursos. Un grupo de actores, del colectivo Seres Comunes, pone sus rostros en la pantalla en pro de que el arte –dramático en este caso- llegue a todos. Una apuesta por aquellos que se rompen en lomo por el teatro, y por quienes pueden cambiar sus vidas al verlos.
Todas, vías para rescatar aquello que nos rescata: el arte.
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