Que las agencias pasen por una decena de reuniones, pedidos de presupuesto y presentaciones, es una tendencia negativa para la industria porque si bien cotizar con varios proveedores es común, estos procesos de pitch suelen volverse excesivamente largos y como consecuencia la respuesta tarda en llegar, si es que llega, claro.
Ya no hay dudas de que las instancias de pitch son dañinas para la industria y, por suerte, el debate sobre esta práctica se hace cada vez más recurrente y por eso me parece interesante profundizar más sobre esta perjudicial metodología de selección de agencias.
En columnas anteriores ya había hablado de este tema, pero leer este artículo que hace mención al estudio Picth Smart de la consultora MediaSense fue el disparador para retomarlo.
El punto es el de siempre, la duración y el costo de un proceso de pitch es agotador e injusto y es clave poder cambiar esta lógica, no solo por una cuestión de rentabilidad y de salud mental de quienes participan sino también porque la demanda de trabajo para conseguir ese potencial cliente no se justifica en comparación al costo de someter a la agencia al proceso de pitching.
Si bien el informe plantea que la cosa debe ser más simple pero, sobre todo, más transparente, hay otras voces que sostienen que la solución es erradicar por completo este tipo de procesos de selección o bien que los clientes transformen los pitches en proyectos de pago.
Y coincido, el pitch termina siendo un proceso artificial y aleatorio que hoy es una pérdida de tiempo. Sin contar con que se transformó en un concurso en el que no siempre gana la mejor idea y en más de una oportunidad se termina definiendo por la propuesta económica. Y ni hablar cuando la convocatoria tiene el único objetivo de reconfirmar o presionar a la agencia actual para que sienta amenazado su lugar y se “mueva” más y mejor.
El pitch es necesario, lo que ya no es viable es perjudicar a la industria con malas prácticas porque eso atenta contra el trabajo de todos.
Por eso, a modo de recomendación, las marcas deberían dejar de pedirle a las agencias que les den las ideas gratis; las agencias deberán dejar, justamente, de regalar sus ideas; y ambos tienen que simplificar el proceso para no complicar la experiencia.
En definitiva, estos procesos obligan a trabajar de forma aislada, pero la creatividad y la eficacia nacen de la colaboración y la confianza valores que, a diferencia de un pitch, se construyen a largo plazo.