Lo único que cambia en las campañas electorales en el mundo, es el idioma, lo demás: las mañas, polarización, ataques a la reputación y las campañas de estado son las mismas en todos lados.

Podemos preguntarnos con extrañeza… ¿en el siglo XXI, en dónde está la innovación en estos procesos? ¿cómo puede diferenciar el ciudadano-elector al mejor perfil del gobernante que convenga a su entidad? Las sociedades modernas están más informadas que antes, es evidente y éstas, pueden acceder a más análisis de contexto y a un sinnúmero de datos que con la ayuda de la tecnología, arrojan escenarios contundentes para decidir con suficiencia acerca de quién os debe gobernar.

Se efectúan simulaciones y encuestas a profundidad. Ya no hay vendajes para los ojos del ciudadano como en el pasado. Estamos ante una gran vitrina. Por ejemplo, las micro segmentaciones nos arrojan con precisión resultados sobre las necesidades de cada región, de cada colonia, de cada ciudadano, alejando el error de las ecuaciones elaboradas en los war rooms.

Los asesores políticos que trabajan ahora bajo la era denominada como hiperinformación, proponen estrategias y tácticas para que el ciudadano-elector pueda decidir mejor dejando claras las credenciales de unos y otros candidatos. Sin embargo, los escenarios y las sedes de las batallas comiciales siguen teniendo enfoques que descalifican, polarizan y utilizan mensajes cargados de posverdad.

Vayamos al análisis de esta semana.

Turquía es un país de gran territorio que toca la Europa Oriental y llega a Asia Occidental con conexiones culturales con el antiguo imperio griego, persa, romano, bizantino y otomano. Cuenta con históricas ciudades como Estambul y Ankara. Tiene 85 millones de habitantes y comenzó las negociaciones para adherirse a la Unión Europea en el año 2005, mismo que no ha estado exento de tensiones, y jaloneos para integrarse.

Es una República Parlamentaria que tuvo elecciones en días pasados en donde se puso a prueba la popularidad y resultados de su presidente, Recep Tayyip Erdogan que enfrentó, electoralmente hablando, a una coalición política de gran calado que tiene como líder a Kemal Kiliçdaroglu, quien ha jurado terminar con el largo periodo de Erdogan.

Estos son los hechos, pero… ¿qué ha estado pasando durante la campaña? Lo que afirmábamos en un principio, descalificaciones entre candidatos como las de que Kemal es un adicto a la bebida dejando evidencia de ello en spots que hacen dudar al ciudadano turco en la decisión de a quién votar para quedar al frente del gobierno. Lo mismo que pasa en América, en Europa. También las campañas negras pasan en Asia, totalmente alejadas de mensajes propositivos y con valor agregado.

El resultado de las elecciones, deja a ambos candidatos sin la mayoría necesaria para gobernar, quedando ubicados en una banda del 44 al 49 por ciento, llevando al país a una segunda vuelta programada en los próximos días que se vislumbra difícil y cargada de tensión, pues la Unión Europea ha enviado a observadores que ya han iniciado la documentación del proceso sin afirmar aún que en la primera vuelta se tuvieron irregularidades por parte del actual gobernante.

Finalmente, las campañas deben presentar a los candidatos más aptos que tengan en mente servir con eficiencia y transparencia.

Nos encontraremos más adelante.