Un ejercicio que descubre sabores y aromas distintos. Leer una novela iniciando por el último capítulo, desenrollar la historia partiendo del final. El personaje se encontraba en una cárcel siberiana vigilado a distancia por una mujer obstinada, el capricho de encontrar un refugio en la esperanza.
La revelación es uno de los talantes que más se utilizan como medida de las cosas, la ambición de ser revelados, de ser otros después del anhelado tercer día. Sonia la protagonista de la novela Crimen y castigo del escritor Fiódor Dostoyevski refleja en parte lo descrito anteriormente, el amor disfrazado de esperanza o la esperanza confundida en el amor es una de las varias cuestiones que el lector tendrá que resolver durante la lectura. Sin embargo, la atmósfera de obscuridad creada por el narrador mediante el poder de la descripción que por momentos distrae del relato va logrando con su exceso construir un pedazo de la Rusia imaginada por el autor.
Es la esperanza o el amor que generamos respecto del proyecto de nuestra Marca, ¿esto es lo que nos convence del éxito pretendido, son los cimientos de nuestra propia Siberia? De modo figurado estos dos intangibles el amor y la esperanza van demoliendo la estructura, haciéndonos escapar del “orden y la lógica” de los procesos, estas dos cosas nos alejan de la cordura esperando ganar una apuesta frente al tragamonedas de los Hechos, un grupo de cosas que son inamovibles por más que intentemos invisibilizarlas. Cuánto de lo que hacemos y decimos radica aquí en la imposibilidad de reconocerse como portadores de sueños.
En el caso de la ficción de Dostoyevski los afilados dientes de la consciencia de Raskólnikov, va invitando al lector una página sí, y otra también a emitir consejos en silencio, el tormento del protagonista por saberse culpable y al mismo tiempo inocente va aniquilando la esperanza en él, y en simultáneo procura en Sonia un apego del tamaño de la misma Siberia, lugar en el que tal vez permanezca todavía. Hasta qué punto nuestra marca se va alojando en una estepa gélida siberiana en donde la esperanza pareciera ser lo único que existe. Seguramente en esta semana de revelación o asueto para algunos, compartiremos el optimismo de Sonia, aguardando una condena impropia.