El sábado pasado fui una víctima más de un timo a través de la plataforma de reventa de boletos Viagogo.

Y digo una víctima más, seguramente de miles o decenas de miles en todo el mundo, porque luego de investigar un poco me he encontrado incluso con foros enteros en páginas de viaje, o en Facebook, dedicados a los fraudes que se permiten en la citada página web.

¿Pero qué es Viagogo? De acuerdo al website es la “mayor plataforma secundaria para eventos en directo en todo el mundo”. En otras palabras, es una página de reventa de entradas, y es precisamente en eso en lo que se escuda el sitio para protegerse de los fraudes que se cometen en él.

En Viagogo indican que ellos no son los poseedores de las entradas para los eventos, por lo tanto no fijan los precios de las mismas y estos pueden más altos o más bajos que su valor original. Obviamente, nunca se van a encontrar entradas a algún evento por debajo de su precio original.
Pero incluso en el escenario de que una persona esté dispuesta a pagar dos o cuatro veces el precio de una entrada para ver a su artista favorito, el fraude que permite Viagogo se consuma cuando el acceso al evento se convierte en una lotería.

De acuerdo con mi desafortunada experiencia, así como muchas otras que se exponen en los citados foros, en la mayoría de los casos las entradas adquiridas a precios exorbitados se tratan de tickets duplicados o falsos, por lo cual una vez se llega el evento no se puede ingresar.

Tarde hice esta investigación, y tarde leí sobre la alerta emanada de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) en su edición de enero de este año de la Revista del Consumidor en la cual alerta sobre la compra de entradas para eventos a través de sitios de reventa.

Seguramente a muchos se les vendrá a la mente los recientes fraudes con las entradas del concierto de Bad Bunny en la Ciudad de México. Y al juntar ambos casos sólo puedo concluir que estamos en una época en la que comprar boletos para nuestros eventos favoritos se ha convertido en una verdadera jungla.

Años atrás esa jungla estaba representada en los alrededores del estadio, arena o teatro donde se presentaba el artista deseado. A uno se le acercaban los revendedores, y si era la opción que habías elegido para acudir al concierto, sabías el riesgo al que te atenías.

Hoy, en la era digital, la jungla está en una página web, a la cual es imposible denunciar (como tampoco podías con el revendedor), y que ni siquiera le ves la cara (al revendedor, sí). Es una época donde nuestros sentidos deben agudizarse frente a una pantalla para salir airosos, o al menos no timados, en la nueva jungla de tickets para eventos.
Por el momento, seguiré con las ganas de ver a Vince Neil y su Mötley Crüe, mi plan frustrado del fin de semana por los timadores de Viagogo.