La voz silencia de un proyecto estruendoso,
decir para despertar o arrullar,
el intento por conmover escribiendo, acto poético.
En estos días elegí leer un autorretrato, y, tras concluir la lectura, intenté imaginar cómo enfrentaría el reto de hacerme una selfie utilizando el enunciado como única herramienta disponible. De inmediato fragüé los encabezados para las estrofas de las primeras cuartillas, por supuesto, en menos de lo que un gallo cantó, pasé al colofón de mi fotografía, en esa diálisis imposible entre las primeras páginas del autorretrato y el final, ocurrió lo que suele ocurrirme cuando imagino cosas. ¿Cómo escribir el epílogo de algo que se sigue construyendo? La vida como la mayoría de los emprendimientos contienen solo el pasado y de un modo excepcional un gerundio invisible debido al impulso del día con día, por tanto, solo tenemos el pragmático pretérito como unísona voz para andamiar el complejo mapa de lo que creemos ser y en algunos casos lo que nos dicen que somos.
Nuestra empresa hasta que punto se conforma por los espejismos de realidad a los que se expone dentro de sus constrictas entrañas . Cada venta, cada compra, cada contrato es un reflejo de lo que los demás asumen que somos. El romanticismo de escuchar al cliente sea interno o externo, acecha la psique de la dirección, algo a lo que no podemos huir, e inclusive algo que aparece intrínsecamente. Este enfrentamiento, resultado de vernos a trasluz con los distintos entes que nos relacionamos ha hecho que interpretemos el reflejo como un oasis, ¿cuántas acciones hemos llevado a buen culmen con este ejercicio? Si la respuesta la puedes enlistar en más de media cuartilla podríamos asumir que sabemos escuchar, si la respuesta ni siquiera nos hizo buscar el bolígrafo, no te ocupes, seguro estaremos disfrazados en la comodidad que solo se garantiza habitando con las mayorías.
Elegir la voz para narrar una propia biografía, quién mejor que la primera persona para hacerlo, solo habríamos de resolver al momento de tomar la pluma y el papel si este es el espejo que mejor nos refleja. En el caso de nuestro ejercicio profesional la frescura del primer contacto en el que nos obligamos a escuchar, ver y captar los aromas de lo que nuestro interlocutor trata de explicar, basta rozar un poco las emociones para darnos cuenta en la mayoría de los casos del forzado encuadre en un esquema que alinea y delimita las márgenes por donde el proyecto fluye o debería hacerlo.
Una de las virtudes de la escritura radica en la libertad de elegir la voz que va y dice, y, va y cuenta lo que uno de los espejos refleja, más valdría que esa voz practique la omnisciencia y aborde nuestra historia con la mayor cantidad de reflejos posibles. Al final solo se trata de mostrar y conmover adentro y afuera, el deleite podríamos dejarlo como usufructo de la poesía.
