Le atribuyo a este fenómeno el cariño y la devoción a los eventos deportivos que son -en muchos casos- él único punto de encuentro entre ricos y pobres; fifis y chairos; liberales y conservadores y todos los múltiples adjetivos con los que día a día se nos etiqueta.
Así, la Selección Mexicana es una lovemark que sin hacer mucho (o casi nada) mantiene a sus fanáticos fieles. Qué importa si la tricolor tuvo su peor Copa del Mundo en 44 años, son nuestros colores y aún con sus mediocres (por decir lo menos) resultados seguiremos fieles a ella como cínicamente lo asegura el portero Guillermo Ochoa en un comercial: “nos falta mucho por ganar pero ganamos lo más importante, tu corazón”.
Ese amor incondicional y muy estúpido hacia una selección mediocre se ve reflejado en los números: uno de cada 3 mexicanos vieron la derrota del seleccionado nacional contra Argentina en ese sábado trágico, por lo que se convirtió en el evento más visto en la historia de la televisión mexicana, es decir, cerca de 45 millones de personas estuvieron atentas a la pantalla y eso genera mucho, mucho dinero.
Entre los negocios más beneficiados se encuentran las televisoras quienes apuestan y fomentan el lovemark para hacer más dinero, independientemente de los resultados del equipo. Para esta edición del mundial de Qatar en México los derechos de transmisión completos fueron adquiridos por SKY Sports; mientras que 32 partidos son transmitidos por por TV abierta a través de Televisa y TV Azteca y la plataforma de ViX Plus, también de televisa, tuvo la transmisión de 40.
Entre las dos televisoras abiertas que tienen al grueso de los televidentes Televisa se llevó la victoria con 55 por ciento de la audiencia durante la transmisión de los tres partidos que enfrentó la selección.
Parece que esta cifra no refleja necesariamente los gustos de los aficionados que expresaron estar a favor de la televisora del Ajusco al exigir a gritos el cambio de canal en el fan fest del Monumento a la Revolución y también a través de redes sociales. Sin embargo, recordemos que Televisa transmitió a través de TUDN, Las Estrellas y Canal 5 lo que en suma le ganó a Luis García y compañía.
Junto con las transmisiones de los partidos las dos televisoras echaron carne al asador con programas especiales, los más exitosos fueron los estelares nocturnos en los que ambas televisoras tuvieron estrategias muy distintas.
Por un lado, Televisa armó un set en el estacionamiento del Estadio Azteca en el que el elenco se moría de frío todos los días. La empresa incluyó unos fanáticos montados con banderitas que después de dos bloques se cansaban y se veían incómodos. Respecto a su reparto… los de siempre en términos de expertos en fútbol, el más destacado, Antonio de Valdés y para las crónicas de color Karla Iberia Sánchez, ambos periodistas profesionales. Los menos talentosos Irina Baeva con cápsulas predecibles y sin información así como un comediante con el personaje de taquero que poco o nada destacó.
Enfrente puros gigantes y además transmitiendo desde Qatar: Luis García, Christian Martinoli, Jorge Campos, Luis Roberto Alves Zague, Inés Sainz, Carlos Guerrero y José Ramón Fernández, con mucho menos protagonismo a las cápsulas de “comedia” y mucho más a las de cultura y datos curiosos acerca del país anfitrión.
Tendrán que pasar cuatro años más para que la selección vuelva a tener una nueva oportunidad mundialista, por ahora, sólo las televisoras y las marcas anunciantes ganaron.