Dicen los expertos que el partido México contra Argentina realizado el pasado fin de semana, ha sido el producto televisivo más visto en la historia de la televisión mexicana. Coinciden también que será complicado romper ese récord en el corto tiempo, siendo la única opción para ello, que el equipo mexicano a través de un auténtico milagro, logre avanzar a la siguiente ronda y vuelva a enfrentar a un gran equipo en un día y horario cómodo para los televidentes.
La altísima audiencia generada está directamente relacionada con la gran expectativa e ilusión que la selección mexicana genera en un gran sector de la población. Esta relación resulta sumamente extraña, si analizamos los contadísimos resultados satisfactorios que han conseguido nuestras selecciones nacionales. Particularmente en su participación en la Copa del Mundo, nuestra selección mayor ha registrado prácticamente los mismos resultados a lo largo de toda la historia.
Nos resulta extraño que nuestra selección fracase en cada Mundial. Sufrimos una desilusión periódica, para ser exactos, cada 4 años. Sin embargo, ¿por qué si siempre hacemos lo mismo, esperamos resultados diferentes? Mismas recetas, mismos resultados o peores. Esperamos que de chiripa paremos un penal o anotemos un gol que genere algún punto. Cualquier triunfo basado en chispazos no será sostenible. Los éxitos se construyen día con día, a lo largo de años, en el ir y venir, en el batallar buscando áreas de oportunidad para alcanzar un pico de desempeño. El futbol mexicano ha avanzado, pero no ha modificado elementos que lo mantienen privado de competitividad y profesionalismo de élite.
Sea quien sea el técnico y sea cual sea la sede del evento, si no se generan los cambios necesarios y se trabaja en silencio durante años para construir un futbol mexicano disciplinado, educado, sacrificado y perseverante, los triunfos sostenidos no llegarán.
¿Por qué un selectivo que nos tiene acostumbrados a la derrota, nos genera tanta ilusión? ¿Por qué creemos que la nuestra está por llegar? ¿Por qué creemos que ya nos toca? Preguntas para los sociólogos y psicólogos que nos acompañan. El récord de audiencia dice mucho de nosotros, de cómo pensamos y cómo nos sentimos aquellos que elegimos ver el juego con la ilusión de saborear una satisfacción. Ojalá en el futuro se rompan récords de audiencia basados en el registro de una serie de triunfos producto del esfuerzo que nos provoque expectativas certeras, y no castillos en el aire que construimos de cuando en cuando. Mi abuelo no los vio ganar, mi padre tampoco, yo tampoco, espero que mi hijo sí los vea.