Por su puesto que no eran 10 mil y quizá sean menos de 200 mil, la cifra exacta nunca la sabremos, pero más allá de los números es un hecho que la frase “El INE No Se Toca”, se convirtió en una marca con logotipo, colores oficiales, tipografía y redes sociales que ha sido exitosa.
A México le ha costado al menos 200 años la creación de instituciones firmes que hacen que el país sea la gran nación que es hoy en día. El INE data de 1917 cuando la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, promulgada el 5 de febrero de ese año, instituye a la Junta Empadronadora, las Juntas Computadoras Locales y los Colegios Electorales como organismos encargados de organizar y calificar los procesos para elegir al Presidente de la República y los miembros del Congreso de la Unión.
Desde entonces, y sobre todo en su historia reciente, la institución ha tenido un proceso de maduración que costó, dentro del cual se cuentan errores que llevaron a la permanencia por 80 años del partido hegemónico, PRI, a cargo de la administración federal. Tras múltiples fraudes electorales y controversias como la que llevó a Felipe Calderón a la presidencia de la República, hoy, y después de que esta institución llevó al mismo López Obrador a Palacio Nacional tras un proceso aseado, es lógico que los mexicanos busquemos defender a este organismo.
La marcha evidenció a nuestra muy dividida sociedad, y una muestra es que mientras las personas arengaban por la protección del INE en Twitter se manifestó el hashtag #marchadelospendejos. Sin embargo, estoy segura de que todos cerraríamos filas si se tratara de defender a la UNAM, al Seguro Social, al Instituto Politécnico Nacional.
Tristemente, el presidente Andrés Manuel López Obrador calificó la marcha de ayer como un “striptease político, público del conservadurismo en México”. Él no entendió que probablemente después, si se consolida, esta sociedad defendería en su momento al Banco del Bienestar.