El poder descriptivo de Mark Twain en su narrativa sobre dos hombres escapando en una balsa río abajo. El profesor Óscar De La Borbolla en repetidas ocasiones va y dice sobre de resistir las primeras páginas o capítulos de un texto. Las aventuras de HuckleBerry Finn atienden en perfección a este comentario del profesor, sostenerse en los primeros capítulos en verdad refuerza el espíritu. Narrar, haciendo andar el tiempo o detenerlo, ¿cuántas páginas para explicar cómo se abre una puerta? ¿Cuántas para contar una odisea? El poder de la narración y su capacidad para manipular el tiempo y lograr de este, un espacio que simula ser inmortal.
Si algo funciona, “insiste”, ese es el camino. “¿Para qué intentar descubrir el hilo negro?”, la receta secreta a veces es solo repetir, insistir y ser consistente con una idea. ¿Son nuestros emprendimientos fruto de la casualidad o la causalidad? Todo dependerá del momento y el lugar en el que se explica, o en verdad la suma de los hechos y las pequeñas cosas tangibles o intangibles van procurando que las cosas sucedan. ¿Eres de los que se emociona con la forma y estilo de narrar, o eres de los que viran directo a los finales?
Huir de una isla en otra, de pueblo en pueblo, descubrir a un Duque y a un Rey naufragando en el mismo río que tú. Transcurrir de dicho en dicho construyendo la propia idea respecto de cada nuevo ambiente, abandonar a un esclavo en la balsa para protegerlo de los como tú. Construir la mejor amistad con alguien que no debiera ni siquiera mirarte de frente.
¿Qué tan certeros hemos sido en descifrar el mercado al que dirigimos nuestra estrategia, cómo seleccionamos a quienes nos proponen hacia dónde mirar? Replicable y escalable, estas dos incógnitas de los proyectos ocupan gran parte -por no decir que toda- la atención. Crear los ambientes propicios con narrativas ágiles o detenerse en los detalles, ante un mercado finito que además asemeja por momentos conducirse contra corriente.
Viajar de noche, aprovechar la penumbra, esconder la tripulación de nuestra balsa no por timidez, sino por el temor. ¿Cuánto de lo que hacemos y decidimos habita en la llamada zona de confort? Suponer una mala decisión a través de diseñar nuevas estrategias bajo un estilo “conservador” o “disruptivo”; ¿cuál de las dos nos ubica en la margen correcta? hacerlo y atrevernos a navegar aguas abajo de noche y en sigilo, arriesgar a desembarcar de vez en vez, no garantiza descubrir lo bueno, pero tampoco lo malo.
