Sin embargo cabe preguntarse, ¿la comunicación es un gasto o una inversión que puede ayudar a salvar e incluso reinventar a una marca o empresa en momentos críticos? Y esto último es algo que le quedó claro a más de uno a partir de 2020 con la crisis del Covid 19.
Pero lo curioso de esto es que, a pesar de los aprendizajes de pandemia, la cuestión sobre si la comunicación representa un gasto o una inversión, se repite en nuestro mercado una y otra vez no solo cuando llegan los momentos de crisis sino también como resultado del balance del primer semestre y ni hablemos de cuando se llega al final del año.
La realidad es que siempre la primera tentación de las marcas o empresas ante alguna señal de alerta es reducir la comunicación al mínimo. De hecho, cuántas veces habremos escuchado cosas como “comunicar es simple, no necesitamos un equipo de trabajo específico para eso”; “tenemos áreas que hoy son mucho más prioritarias”, entre otras tantas frases célebres en nuestro nicho.
Pero en la era de la inmediatez los verdaderos vínculos se construyen a largo plazo y con estrategias de largo alcance. Y no olvidemos que, en la era de la hiper información, lo que las empresas no digan o comuniquen será completado por especulaciones o rumores de la competencia. Por eso recortar presupuestos en comunicación es una estrategia equivocada porque, por el contrario, es en los momentos más complejos donde debe aumentarse la inversión en comunicación o al menos mantenerla. ¿Por qué? Porque si una enseñanza nos dejó la pandemia es que ya no hay duda de que la mejor defensa que puede tener una organización en esas coyunturas es un buen “ataque” basado en una estrategia de comunicación y PR.
Es fundamental que las empresas y sus directivos entiendan que comunicar es imprescindible para crear valor, reputación y posicionamiento. Y lo que digo no es nuevo, ya Bill Gates lo sostenía cuando dijo que si sólo le quedara un dólar en su presupuesto, lo invertiría en relaciones públicas.
Invertir en ellas es una manera eficaz de crear una percepción positiva y generar vínculos sólidos con los públicos, fortalecer conexiones, dialogar para generar confianza entre las partes, colocarnos en permanente visibilidad, fidelizar, entre muchos otros beneficios. Por lo que es fundamental comprender que los gastos son necesarios para mantenerse en el corto y mediano plazo mientras que las inversiones en intangibles como la comunicación, son imprescindibles para sostenerse a lo largo del tiempo.
En definitiva, las PR son un componente clave, un intangible que da resultados tangibles pero no es algo mágico, eso va ocurrir cuando le dediquemos el tiempo a crear y construir historias que atraigan a los públicos de una manera estratégica. Ya lo decía Richard Branson, fundador de la marca y el grupo Virgin, “una buena historia de relaciones públicas es infinitamente más eficiente que un anuncio en primera plana.”