Por Luis Miguel Martínez
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Todas las aplicaciones de software en línea y no, requieren que los usuarios acepten los términos de servicio o TOS o terms of service, donde básicamente el proveedor del software acuerda con el usuario los límites de su producto o servicio, así como las políticas de privacidad y la jurisdicción aplicable. Todo esto encaminado a evitar millonarias demandas. De acuerdo con los estudios más recientes más de la mitad de los usuarios acepta no leer estos términos de uso o servicio.
Afortunadamente, muchos usuarios y grupos de “vigilantes” de la neutralidad de estos acuerdos entre productor y consumidor –haya o no dinero de por medio- mantienen un ojo avisor y muy crítico en lo que estos largos textos en lenguaje legal implican al usuario de un servicio o aplicación en Internet.
La última víctima del intrincado lenguaje legal #EvitaDemandas y #AprovechateDelUsuario fue Instagram. Este servicio para compartir fotografías se define a si mismo como “una forma rápida, divertida y bonita de compartir tus fotos con los amigos y la familia”. Básicamente, con tu Smartphone, tomas una fotografía, utilizas unos filtros grátis, la transformas en una obra –antes sólo reservado para los fotógrafos profesionales- y la socializas a través de Instagram, Facebook, Twitter y Tumblr.
Asi como los servicios freemium tomaron el camino del pago por funcionalidad para mantener su viabilidad como negocio, las otras aplicaciones que requieren obtener recursos para su operación, han optado por el camino de la publicidad. Ese fue el modelo de Google y hasta el momento la industria no ha encontrado algo mejor. Si bien, Facebook cambió los esquemas de pago por click, en esencia su valor está en el número de clientes potenciales y el “exposure” de los anuncios.
El éxodo de Instagram, empieza en gran medida por las acciones que buscan acoplar esta aplicación a Facebook –quien recientemente la adquirió. De acuerdo con el NY Times, quien hizo la alarma pública de estos cambios en los TOS, es que Instagram, compartiría información de los usuarios con Facebook y otros afiliados y clientes. Si bien la privacidad es un tema controversial en Internet, lo que realmente enfureció a los usuarios es que sus fotos podrían ser usadas con fines comerciales y de forma gratuita. Recordando el escándalo en Facebook sobre la posibilidad del éxodo una vez que podrían utilizar las fotos que uno comparte a través de su plataforma, no es de extrañar que volviera a suceder con instagram, aunque aquí se puso una fecha límite, el 16 de enero para aceptar las condiciones. Y el sólo hecho de utilizar la sitio, bastaba para aceptarlas.
Así comenzó el éxodo en el lapso de horas, miles y tal vez millones cerraron sus cuentas, como el único recurso para evitar que su familia o paisajes fueran tomados como elementos para publicitar marcas, productos y servicios. El cuento que “los nuevos términos de servicio sirven para protegerte, y prevenir el spam y abuso” al crecer Instagram, no tuvo mayor eco. Y si, la necesidad de cerrar la cuenta.
La conclusión de Kevin Systrom, co-fundador de Instagram es que “los documentos legales se pueden malinterpretar fácilmente”. Es necesario tener cuidado, pues un tropiezo legal, sin duda afectará la posición en el mercado ya que la mayoría de los usuarios que se sienten afectados, comenzarán rápidamente un éxodo tecnológico.
¡No te desconectes !
