Grandes camiones comenzaron a estacionarse sobre la banqueta, sin más que un par de vinilos que anunciaban la llegada de una marca productora importante y cientos de estampas de todos los colores, formas y tamaños; se abren las puertas y comienzan a descender figuras vestidas de negro y junto a ellos, entre cajas de mercadería, se asoma todo tipo de utilería, entre botellas vacías, cajas de pizza, listones, manteles y papeles… se trata de una producción streaming.

A la entrada de una casa se observa a todo el equipo de producción en espera de su turno para acomodarse en un rincón a la expectativa de que la puesta en escena los requiera.

En la entrada, un joven de Vans, pantalones cortos y playera obscura, entrega gel antibacterial a los asistentes, quienes poco a poco atiborran el lugar de luces, cámara, tripiés, soportes, mochilas desgastadas, computadoras, monitores y modificaciones corporales. Todo pasa muy deprisa y se detiene por segundos, el reloj aquí dentro no existe, aunque de un modo muy preciso todo se encuentra cronometrado.

La creatividad comienza a tomar por sorpresa y la sala de una casa común y corriente se transforma en un set. Son aproximadamente las 10 de la mañana y el bullicio solo se detiene cuando la asistente de dirección lo pide, las carpas de maquillaje y vestuario ya están montadas, los primeros rostros virales toman posición y comienza el juego de luces y sombras sobre sus rostros.

De repente el alboroto se detiene de golpe y los nuevos espectadores se congelan en la posición que fueron interceptados, Nicole Reza, da últimas órdenes, previene a todos y, casi sin respirar, la formación comienza. El trabajo previo de semanas comienza a tomar forma, pues, según la asistente de dirección, dirigir a más de 50 personas no es tarea fácil, cinco años le ha tomado tener todo bajo control y cumplir con la agenda dentro de las 16 horas propuestas para el llamado.

El libreto fuera de cámara entra en acción y cada personaje conoce su lugar, las cámaras se mueven al ritmo que las luces les indican.

“Hacer sketches, y más de comedia, es increíble y divertido, la PRE no tanto” menciona Nicole mientras prende un cigarro en los 10 minutos que tiene como descanso.

No existe una continuidad para grabar como lo hace Backdoor, se requiere de experiencia y de un equipo multidisciplinario, manejar a tanta gente como lo hace Nicole requiere de temperamento y decisión. Son cuatro los departamentos que emplean a más de 50 personas por llamado, sin contar con el talento y los invitados, arte, vestuario, maquillaje y fotografía que requiere cada uno de su propio espacio, de sus juntas rutinarias y de una planeación meticulosa antes de llegar con el director.

Mientras el cigarro se consume, lo que no sale a cámara sucede, el jaladero de cajas y cables se combina con el tintinear de los grandes bolsos llenos de herramientas, que son transportados por un grupo de hombres que, acostumbrados al trabajo físico, fácilmente mueven muebles, empujan cajas y descuelga lonas… la experiencia les ha otorgado la sensibilidad de anticiparse a lo que dicta el guión, como lo comenta Iván Trujillo, productor y dueño de la casa productora Truco.

Tres años han pasado desde que Truco, bajo encargó de Comedy Central, produjo lo que sería el episodio piloto de Backdoor tropicalizado para un público Mexicano, “ahora la meta es tratar de hacer 5 o 6 sketches por día”, plática Iván sin quitar la vista de todo lo que sube y baja de las camionetas, vigilante de que todo salga a la perfección.

“Toda grabación lleva un proceso y un equipo comprometido, tengo la suerte de trabajar con grandes talentos que aman lo que hacen y se entregan de lleno al trabajo”, Iván Trujillo, productor y dueño de la casa productora Truco.

Son las dos de la tarde y todos los involucrados se toman un momento, la pausa para comer ha llegado y el sol no da tregua, se comparten algunos platillos y se comentan los detalles por afinar entre pláticas de las futuras puestas en escena.

El bullicio solo cesa por un instante cuando uno de los directores de Backdoor, Raúl Martínez, se pone de pie y comienza a dar instrucciones a la segunda al mando, camina al interior de la sala y verifica con la mirada algunos detalles que se deben cambiar.

“Al contrario de lo que se hace en Brasil, aquí se busca una locación y se juntan varios sketches”, Raúl Martínez, Director de Producción de Backdoor.

Lo primero que se debe hacer es adaptar los guiones que llegan de Brasil y, posteriormente, al ser aprobados, se selecciona a los actores, mientras los demás del equipo ya trabajan en el scouting y se afinan detalles con los departamentos involucrados. Se juntan de cinco a seis sketches para que estos puedan grabarse en un solo día y en una sola locación.

La tarde comienza a granel, el sol poco a poco comienza a ceder, dando tregua a algunas cajas de mamparas y cámaras para que comiencen buscar su lugar de descanso; sin embargo, el día aún no termina, de arriba a abajo se escuchan órdenes y objetos golpeando y el último cuarto deja de ser oficina para convertirse en un salón sadomasoquista… sin dar muchos detalles de la narrativa cómica que pronto se podrá ver en el canal.

Este es el talento de grabar en solamente un día, lo que antes funcionaba dejó de ser relevante en pocos minutos, y desde cero el trabajo de producción comienza de nuevo. A marchas forzadas sólo se busca lograr cumplir la meta, que al final del día no es otro más que hacer reír a la audiencia y evidenciar la versatilidad de la sociedad y la comedia mexicana.

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