Por Luis Miguel Martínez
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“Tan pronto como el capitán de los ladrones murmuró estas palabras, una puerta se abrió en la roca. Una vez que toda la tropa pasó, él los siguió y la puerta se cerró.” (La historia de Ali Baba y los 40 ladrones)
Como lo afirma Simon Singh en The Code Book, “críticamente, el éxito de la era de la información depende de la habilidad para proteger la información al fluir alrededor del mundo y esto requiere del poder de la criptografía”. Así, de un momento a otro todos comenzaremos a depender cada vez más de ella para proteger nuestra privacidad.
Hasta hace pocos años, la privacidad era cuestión de una puerta. Hoy se requiere mucho más esfuerzo para conservar algo sólo para nosotros. Así, la necesidad de contar con passwords más seguros, se ha vuelto una cuestión vital en nuestra vida digital. La probabilidad de que seamos víctimas del hacking son aún muy altas, por lo que va le pena tener en cuenta algunas recomendaciones de seguridad.
Algunas buenas prácticas para evitar que seamos hackeados consisten en: evitar palabras de uso cotidiano, como nombres y sustantivos. Cualquier palabra que exista en el diccionario debe ser evitada. Tratar de usar passphrases, es decir, una frase donde se han quitado los espacios y que tenga al menos 14 caracteres de largo.
De acuerdo con Microsoft, los passwords deberán tener:
- Largo mayor a 8 caracteres
- Incluir letras, números y símbolos; evitando la conversión de letras a números, por ejemplo m3rc4 = merca.
- Es necesario cambiar un password regularmente
- Las nombres al revés y abreviaturas tampoco son seguros.
- Hay que evitar las secuencias de caracteres y números
- Nunca usar la información personal, como fechas de nacimiento, números de licencia, pasaporte, etc.
Hay que evitar usar un mismo password para todo. Una vez que un criminal digital ha conseguido nuestro password, podrá entrar a cualquier sitio tal como Ali Baba. Trata tus passwords como el cepillo de dientes y ¡No te desconectes!