Es bien sabido que una de las ventajas de trabajar con personajes pĆŗblicos es el poder de la transferencia de valores y el doble impacto que logran en la imagen de marca porque si reunimos la fortaleza del producto, por un lado, y la del personaje que lo promociona, por el otro, el resultado serĆ” una mayor cantidad de seguidores y tambiĆ©n de consumidores que repercutirĆ” en una mayor visibilidad y popularidad de la marca.
Sin embargo, la otra cara de la moneda ha demostrado que trabajar con celebridades no siempre resulta tan positivo, porque un paso en falso de estas figuras puede terminar con la reputaciĆ³n de la marca que se asociĆ³ a ella. Sobre todo si tomamos en cuenta que hoy la informaciĆ³n se propaga como un reguero de pĆ³lvora a travĆ©s de las redes sociales, los mensajes de texto o los mails. El mĆ”s mĆnimo error de estos embajadores puede perjudicar a las marcas de manera directa y a veces hay errores de los que no es tan fĆ”cil volver.
En este punto, hay riesgos muy comunes que las marcas cometen a la hora de elegir el talento o personalidad con la que van a trabajar. La primera es no elegir a la celebridad adecuada. Si no hay un vĆnculo coherente entre personaje y producto, los prosumidores ya tienen el ojo bien entrenado para darse cuenta cuando una alianza es meramente por dinero. Por eso hay que tener mucho cuidado de no trabajar con celebridades que ya hayan sido cara de muchas marcas, porque los consumidores no olvidan y hoy todo estĆ” en Internet.
La segunda es que el protagonismo de la celebridad āse comaā a la marca. Si los consumidores se fijan mĆ”s en la figura que en la marca, āHouston tenemos un problemaā porque esto puede generar que luego si se quiere cambiar de figura, la anterior estĆ© tan asociada a la marca que serĆ” difĆcil reconquistar al pĆŗblico.
La tercera tiene que ver con elegir figuras de perfil polƩmico como por ejemplo personajes vinculados a escƔndalos. De hecho puede suceder incluso que el mal paso que pone en primera plana a la celebridad sea, justamente, lo que motive a la marca a convocarla. Pero eso es un arma de doble filo y prometo que serƔ tema de otra columna, porque es interesante analizar esos casos.
Retomando, acĆ” la clave estĆ” en quĆ© es lo que las marcas deben tener en cuenta a la hora de asociarse con una celebridad y que debe partir del principio mĆ”s bĆ”sico: tiene que existir una identificaciĆ³n entre los atributos que la marca busca comunicar y los de la personalidad elegida.
En definitiva, a la hora de apostar por una alianza con un celebridad hay que contemplar un margen de error posible, por eso hay muchas marcas que apuestan a un camino mĆ”s largo, pero quizĆ”s mĆ”s efectivo: generar sus propios embajadores que no tienen la popularidad que da la fama, pero que una vez identificados por los consumidores el impacto es mĆ”s duradero. En Argentina, un caso de este estilo se dio en la campaƱa de Banco Galicia donde los personajes āMarcos y Claudiaā no eran famosos, pero lograron una aceptaciĆ³n tan fuerte por parte del pĆŗblico que, desde 2012 y hasta hoy, la marca sigue comunicando a travĆ©s de estos personajes.
Lo interesante es que frente a esto los influencers parecĆan ser la panacea que venĆa a recuperar la confianza perdida de los consumidores, pero la falta de regulaciĆ³n hizo que hoy tambiĆ©n se tenga ciertas reservas respecto de los prescriptores, por lo que el desafĆo estarĆ” en que las marcas entiendan que āmenos es mĆ”sā es el nuevo mantra a la hora de ganar la confianza y credibilidad de los pĆŗblicos y asĆ evitar poner en riesgo su imagen y reputaciĆ³n.