Una de las máximas del storytelling, de acuerdo a Bobete Buster, para diseñar un relato, es mostrarte vulnerable atreviéndote a compartir tus emociones sin tener miedo de plantear al público las mismas preguntas que tú mismo te realizas. Debemos permitir que las personas experimenten la misma duda, confusión, ira, tristeza, intuición, júbilo, deleite, gozo e iluminación que experimentamos.

Las narraciones proporcionan claridad. Nos ayudan a descubrir nuestros sentimientos y a comprender el entorno que nos rodea.

En el caso de Joe Biden, quien durante su primer año al frente del Salón Oval, no le quedó más remedio que hablar sobre la gestión de la pandemia, le llega coyunturalmente el lamentable caso de la invasión a Ucrania como una oportunidad de cambiar su relato y erigirse como uno de los héroes del mismo.

Todas las historias tienen una introducción, una trama y un desenlace. En el caso de Biden, en la parte introductoria de esta trama ejecuta muy bien al advertir durante los días previos a la invasión, que Vladimir Putin incursionaría de un momento a otro en territorio ucraniano, al suceder así, le dio a Biden la tan anhelada credibilidad ante su pueblo y el mundo.

La gurra hasta ahora de ocho días, misma que se lleva a cabo de manera regional con una fuerte resonancia mundial (como nunca antes un conflicto bélico había tenido), señala en la trama a Putin como el agresor, y esto ha dado en el blanco pues el mundo lo ha descalificado ubicándolo en la historia como el villano.

Los argumentos esgrimidos por el presidente ruso no se sostienen por sí mismos. Los líderes globales consideran esta invasión como el capricho de un solo hombre que, arropado en un falso nacionalismo, lleva a su pueblo a una costosa guerra. Es momento de preguntar a sus ciudadanos si deseaban esta guerra con Ucrania, país independiente, en donde muchos tienen sus raíces y familiares.

Es inadmisible que los intereses personales se antepongan a los de una nación y lo que es peor, ante los ojos del mundo.

En días pasados, el presidente Biden ofreció su tradicional discurso del Estado de la Unión ante ambas cámaras legislativas y no le fue nada mal. Sus frases fueron verdaderas arengas que le dan cuerpo a la trama de la historia, tales como:

“Ahora es nuestro momento, la luz le ganará a la obscuridad. La guerra de Putin fue premeditada y afortunadamente ésta se ha topado con el muro de valientes ciudadanos ucranianos que defienden a su país sin temor. El mundo libre le está pidiendo cuentas a Putin y el sector financiero estrangula su economía. Pasaremos la prueba para proteger la libertad y la autonomía para expandir la equidad y las oportunidades”.

La narrativa toma fuerza y es compartida por todos los que queremos un mundo libre de dictadores y de las atrocidades de las guerras.

El relato aún no tiene un desenlace. El storytelling sigue activo esperando que las fuerzas de paz como la ONU, desenrede el nudo ruso que ahora amenaza con hacer uso de armas nucleares, y aquí cabe recordar que “un perdido a todas va”.

Estimados lectores de Merca2.0, me sumo a todos los que piensan con optimismo que esta absurda invasión tenga un buen fin y la paz impere.

Nos encontraremos más adelante.