El ritmo de vida y las exigencias en las empresas son cada vez mayores; sin embargo, también debemos saber identificar los límites que tenemos como personas y la necesidad de hacer pausas, desconectarse, y descansar para desempeñarnos, mental y físicamente de la mejor manera.

A todos nos ha pasado en algún momento de nuestra vida profesional, y es que solemos pensar que cuanto más trabajemos, tendremos mayores resultados y seremos más productivos; no obstante, esto no es necesariamente cierto. El exceso de ocupaciones puede llevarnos a un agotamiento que de manera irremediable traerá consecuencia en nuestro desempeño y será finalmente perjudicial para la compañía.

Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció al ‘burnout’, “síndrome del trabajador quemado”, como un riesgo laboral y lo incluyó en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos, ya que el trastorno psicológico, producto del estrés, la ansiedad y la depresión consiguen afectar la rutina diaria de las personas.

Los estudios de la OMS muestran que entre el 10 y el 20 por ciento de los empleados en las organizaciones sufren de esta enfermedad y sus consecuencias son tan reales que en Estados Unidos más de cuatro millones de trabajadores renunciaron a sus empleos, a pesar de la crisis de la pandemia, como una consecuencia de sus síntomas.

Reconocer la existencia de estos riesgos cercanos a nosotros y a nuestro equipo de trabajo, es el primer paso para brindar los canales de atención necesarios para aquellos que han alcanzado este nivel crónico de estrés.

Es momento de tener en cuenta la salud mental en relación al empleo, la cual recientemente se ha visto afectada, en mayor medida con factores que han jugado en contra como la pandemia, las malas prácticas del trabajo remoto y la adaptación de la vida a un entorno netamente digital. La magnitud que tiene este fenómeno a nivel mundial nos motiva a tener buenas condiciones laborales que influyen directamente en la felicidad de una persona, y reporta beneficios en cuanto a productividad y eficiencia a la organización.

Estos son algunos de los puntos que desde el interior de las empresas podemos implementar para contrarrestar el ‘burnout’; pero sobre todo, para detectarlo a tiempo: 

• Identificar los síntomas: Algunos de los síntomas que evidencian el desgaste ocupacional, pueden ser desde falta de energía, hasta el desinterés y distanciamiento con sus obligaciones laborales, pasando por agotamiento, sensación de ineficiencia y sentimientos negativos o cínicos respecto al trabajo. La detección del burnout en sus trabajadores ayudará a tomar acciones que busquen su disminución y prevención en futuros casos.
• Productividad: Para ser eficientes en el trabajo, una alternativa que trae grandes beneficios es hacerlo por bloques, ya que ayuda a priorizar las tareas según su nivel de urgencia y necesidad. Este método ayuda a disminuir el nivel de estrés ocasionado por el mal manejo de los tiempos y las sobrecargas de responsabilidades.
• Tiempo y espacios: La vida personal y los espacios fuera del ámbito laboral ayudan a despejar la mente y salir de la rutina, por lo que respetar estos momentos evitando temas relacionados a las actividades empresariales permite que tengan “válvulas de escape” que mejoren su bienestar emocional.
• Aprovechar las fortalezas: Identificando estos puntos en los que el trabajador se siente más cómodo y tiene mayor habilidad, nos ayuda a asignar tareas que aprovechen estas fortalezas y tengan una menor probabilidad de sentirse frustrados con cargos o actividades en los cuales no se sienten confiados.
• Motivación: Tener en cuenta aspectos que en el sector empresarial son cada vez más relevantes, como el salario emocional, producen un impacto positivo en el bienestar emocional de los colaboradores y permite que realicen sus actividades con mayor eficiencia y motivación.

La salud mental se ha convertido en un aspecto fundamental en las empresas y ante la nueva realidad que trajo la pandemia, aún será necesario promover acciones con un enfoque más humano, que tenga en cuenta las necesidades personales y la forma como cada colaborador gestiona sus tareas y atiende sus compromisos. No existe mejor camino como conseguir el éxito empresarial que cuando se cuenta con personas motivadas, felices y apasionadas por su trabajo y esto sólo se consigue cuando tienen espacio para ser feliz, tanto al interior de las organizaciones, como en sus propias vidas.