El debate acerca de quién debería tener el conocimiento, acceso y uso de esta huella digital, es un este tema que está generando opiniones diversas en la opinión pública nacional e internacional. Y no existen aún acuerdos. Nuestra presencia y actividad en las plataformas digitales, forma nuestra huella digital.
La llamada huella digital genera poder, y hasta ahora está en manos de los grandes gigantes tecnológicos. Quien tiene la información tiene poder, hoy esta huella de millones de usuarios es usada y considerada para análisis financieros, objetivos de crecimiento de empresas, y creación de imagen pública.
Es tan precisa la función que realizan los corporativos digitales en el seguimiento de la huella personal digital de una persona o empresas, que es similar a la comparación social de lo que en tiempos de Michael Foucault se denominaba Panóptico. Un control, un seguimiento intangible e invisible.
El panóptico digital es la manera en que las grandes plataformas de redes sociales nos observan, nos vigilan. El nuevo Panoptismo digital es un instrumento de poder económico, cuyo fin es controlar y manipular al sujeto, conducirlo al consumo y otro tipo de conductas favorables a los intereses de las grandes empresas de tecnología.
El riesgo del Panoptismo digital es que un hombre o una mujer, incluso menores de edad se convierten en un algoritmo. Las empresas recolectan en un inicio aproximadamente 35 datos básicos de sus usuarios, como identificación laboral, salario, edad, sexo, inclinación sexual, intereses, amigos, datos económicos de salud y de estilo vida. Los usuarios por lo general dan su “Consentimiento” sin tener de verdad conciencia de que significa legalmente la palabra.
Públicamente quienes han recibido acusaciones de obtener datos personales con uso de engaños son Facebook, Instagram y Tinder. Facebook sigue siendo la red con casi 3 mil millones de usuarios. Muchos predicen el fin de esta red social por la caída de “Meta”, en la bolsa de valores, es difícil que un imperio así caiga fácilmente, solo porque argumenten que su modelo de negocio como tal fue agotado.
La venta de datos es la verdadera minería de negocios actuales. El capitalismo de hoy tiene nuevos grandes pilares, que son los gigantes de la tecnología mundial, quienes son muy rápidos en generar riqueza y son bien recibidos en los países donde van a trabajar e instalar sedes laborales y de su industria, restando poca importancia a las leyes que deberían respetar en cada localidad.
El tan nombrado “Metaverso” de Mark Zuckerberg, capturará los delicados datos biométricos, que son considerados como datos sensibles, la preocupación principal es que pueden contener incluso datos neuronales de los usuarios.
En México, la SCJN, ha definido lo que se debe entender por “privado” y es aquello que no constituye vida pública; el ámbito reservado frente a la acción y el conocimiento de los demás.
Algunos estudiosos del derecho afirman que el derecho de la protección de nuestros datos personales actúa en dos sentidos: como derecho de acceso a la información pública y como garantía de protección de la vida privada de las personas.
La responsabilidad social de los grandes gigantes tecnológicos no existe, la palabra ética menos, debido a que su propia sobrevivencia y avance tecnológico dependen de las bases de datos tan valiosas recolectadas.
El reto es acerca de si seremos capaces como sociedad mundial de poner un alto y reflexionar acerca de lograr un equilibrio justo y moderado entre la gran riqueza que generan estos grandes consorcios tecnológicos sin avasallar derechos humanos fundamentales.