Por Luis Miguel Martínez
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La obra cinematográfica más celebrada de Sofia Coppola es “Lost in Translation”, cuya trama se centra en aquellas cosas que jamás decimos y -más aún- en lo que evadimos narrar de la vida de casados. Para muchos, la genialidad de la película está en la expresividad del silencio que puede ser tan grande como las palabras mismas. Sin embargo, para otros esta película retrata la crisis más común en el hombre occidental, la de la vida media o crisis de los cuarenta (aquí abreviada como C40).
Aunque este trastorno se ha estudiado desde los tiempos de Sigmund Freud, propiamente se empezó a llamar así después de 1965, en que fue nombrado por el psicólogo canadiense Elliot Jaques (quien para ese entonces tenía 48 años y estaba al 55% de su vida). Y de forma curiosa, aquellos nacidos por esa época, ahora podrían estár en plena crisis de los cuarenta … Ninguna generación ha estado tan preparada para afrontar la C40, gracias a la Internet y las tecnologías de información y comunicación.
Actualmente se reconoce a la C40 como un trastorno pasajero y no como una fase en la que todos los adultos pasan. Y si bien, los hombres sufren más de episodios de C40 “convencionales”, las mujeres también la sufren. y las investigaciones actuales hablan de un origen en el trabajo para género masculino y en los roles para el femenino. ¿Cómo contribuye la Internet a que los “recién” entrados en la C40, la sobrelleven o empeoren?
De acuerdo con la literatura, algunos de los comportamientos del individuo con C40 son: a) abuso del alcohol, b) compra de artículos caros o inusuales, c) depresión, d) remordimiento, e) tener cuidado excesivo en el arreglo personal, f) relacionarse con personas mucho menores y g) poner atención excesiva en el desarrollo de lo hijos.
Tal vez por primera vez desde que reconoció a la C40 como un trastorno, aquellos que la sufren tienen a su alcance la mejor herramienta para combatirla: la información. El individuo informado puede manejar eficientemente su trastorno, al conocer más sobre él. Por el contrario, quienes encuentran en la red una “herramienta” sólo para sobrellevar la crisis, podrían desarrollar comportamientos que resultarían en crisis más agudas.
Por ejemplo, la posibilidad de comprar por Internet, combinada con la disponibilidad de recursos y con la aparente necesidad de comparar algo inusual puede resultar en algo más frecuente que comprar autos que reflejen una necesidad visceral como describe Don Norman al MiniCooper en The Design of Everyday Things. Por otra parte, el acceso a revistas dirigidas al segmento masculino con secciones de moda, tales como, GQ, Life & Style, o Esquire, sin duda refinarán el gusto de individuo con C40 pero volverán sus compras más caras y más frecuentes.
Finalmente, se ha observado que los individuos con la crisis de la edad media o de la vida medio muestran comportamientos en las redes sociales que podrían ser identificados como los “síntomas” del C40. Bajo el antifaz de la red, es posible tener un comportamiento de adolescente sin que desencaje con la imagen del escucha de música para “adultos contemporáneos”. Pero lo más común es que individuos en los 40’s conversen en Twitter o Facebook con otras personas más jóvenes, normalmente asumiendo una actitud de liderazgo y un exceso de posts que colocan en las redes.
Las estadísticas muestran que este mal parece ser exclusivo del hombre occidental y que está íntimamente relacionado con el nivel de estrés laboral. Sin lugar a duda, las tecnologías de información y comunicación son un factor para el estrés. La gran diversidad de canales de comunicación con los que uno cuenta genera un estado de confusión entre ellos. Así, quien maneja dos smartphones, cada uno con mensajería SMS, con Whatsapp, una cuenta de Twitter y dos cuentas de Facebook, fácilmente tiende a desconectarse, tal como lo postula el principio de Peter, en la administración.
¡No te desconectes!, infórmate y evita el exceso en esos pequeños placeres de la vida.