Egan Bernal es un ciclista fuera de serie. Es Colombiano, como varios extraordinarios ciclistas que representan a LatinoamĆ©rica en los grandes eventos internacionales. NaciĆ³ en BogotĆ” en 1997, mide 1.75 metros y pesa 59 kilos. Su tarjeta de presentaciĆ³n incluye bajo su nombre ser el primer latinoamericano en ganar la Tour de Francia y el segundo colombiano en conseguir el Giro de Italia.
En plena preparaciĆ³n para enfrentar la temporada que inicia, Egan chocĆ³ con la parte trasera de un camiĆ³n en una carretera de su paĆs montando su bicicleta durante una sesiĆ³n de entrenamiento. Egan pedaleaba a alta velocidad cuando el camiĆ³n de pasajeros se detuvo sĆŗbitamente lo que impidiĆ³ que el campeĆ³n pudiera frenar a tiempo. Es importante recalcar que la bicicleta en la que rodaba cuenta con un diseƱo aerodinĆ”mico que inclina el tronco hacia abajo y hacia el frente, orientando el rostro hacia el suelo, disminuyendo la distancia de visibilidad del ciclista, lo que pudiera haber influido en su capacidad para alertar la ruta y paro del camiĆ³n con el que colisionĆ³. Las lesiones que Egan ha sufriĆ³ son graves: un trauma cervical, de tĆ³rax y mĆŗltiples fracturas. Permanece hospitalizado tras varias cirugĆas. Obviamente su participaciĆ³n en los diferentes eventos que componen la temporada dependerĆ”n de la forma en que evolucione su recuperaciĆ³n.
Duele ver a Egan en esta situaciĆ³n. Un deportista que ha puesto el nombre de Colombia y de LatinoamĆ©rica en alto con base en disciplina y esfuerzo, que hoy se ve obligado a poner una pausa en su preparaciĆ³n y competencia para recuperarse. Cruzamos dedos en que solo sea una breve etapa que permita a Egan hacernos vibrar de nuevo con su desempeƱo. El gran Carlos Arribas trae a mi memoria el caso de Remco Evenepoel, ciclista belga que tras sufrir un aparatoso accidente logrĆ³ recuperarse satisfactoriamente y volver a pedalear como si nada hubiera pasado; deseo que lo mismo suceda con Egan.
El riesgo en el ciclismo es enorme, en cualquiera de las formas en que se practique; los clĆ”sicos dicen que existen dos tipos de ciclistas: aquellos que ya se han accidentado y otros que estĆ”n en proceso de hacerlo. Invariablemente, en algĆŗn momento mientras pedaleo, la idea de caer de la bicicleta se aparece: al dar la vuelta en la curva, al pasar por la pintura mojada del cruce, al brincar el tope o al descender en la pendiente. La idea se aparece, enchina mi cuerpo y se va con el viento, dura solo unos segundos en mi mente, pero siempre estĆ” por ahĆ rondando. Quiero suponer que lo mismo pasa con otros ciclistas.
Estoy seguro que Egan como cayĆ³, se recuperarĆ” y escalarĆ” esta cuesta, como ha escalado muchas otras en su vida. Su caĆda nos ha restregado una vez mĆ”s en la cara la enorme necesidad de extremar precauciones al pedalear, disponiendo de espacios adecuados para ello y dando su lugar a cada quien, para garantizar seguridad y desempeƱo.