Cuando emprendes un proyecto nuevo o te integras a un equipo de trabajo, las frases comunes aterrizan en la conversación y se escucha “no hay ideas malas”, “aquí el silencio no es admitido”, “el respeto de la forma de pensar es fundamental”, entre otros lugares comunes. Y si bien la intención de quienes nos rodean es absolutamente positiva y con ánimo de construir, la herencia corporativa nos lleva a no privilegiar esos conceptos y sucede lo contrario, matando o empobreciendo las ideas originales.
Siendo parte del Marketing en el sector agrícola, hay una serie de desafíos relacionados a la adaptación de las ideas por las particularidades de nuestro negocio pero principalmente por el perfil de los clientes y porque la implementación de los proyectos se enfrenta con la validación de otros jugadores de la cadena de valor.
Con esto en mente, le comparto lo que considero clave para proteger nuestras ideas y poder llevarlas a una exitosa implementación.
Qué necesito para proteger mis (buenas) ideas:
Aliados: Paralelamente a la creación de ideas y a su posterior ejecución, suele ser genial que la correcta elección de embajadores de la experimentación abone a la construcción de proyectos exitosos.
Aunque no debemos distraernos con la falsa creencia de que los aliados nos van a decir que sí a todo, en necesario que considere evitar tanto como le sea posible a aquellos personajes que son “correctores profesionales” y cuyas intervenciones inician con el incómodo “sí, pero…” y mejor acérquese a esos expertos que lo reten y que en la práctica lo llevarán al proceso de reflexión y propuesta con un no tan simple “sí y…”. Agradezco a Iván Barrera quien es un creativo y entrenador de equipos de alto rendimiento, pues a él le debo esa positiva práctica en la que no suponga usted que soy infalible pues sigo aprendiendo pero que definitivamente nos forza a proponer y no a imponer.
Y le diré que el primer aliado en el que debe depositar su confianza es usted mismo pues no pararé de señalar que el proceso de sabotaje comienza habitualmente en el interior y es válido reconocerlo para actuar en consecuencia.
Identificar el timing correcto: Léase que es aquel instante preciso, ese momento oportuno en que las cosas deben de ocurrir, ni antes ni después.
Le cuento que, a una semana del lanzamiento de un producto, mi equipo y yo hicimos una reunión de seguimiento y por arte de magia, la musa inspiradora llegó a mí para traer una brillante idea (o al menos eso pensé en aquel momento) y propuse hacer unos cambios en la agenda del evento para incluir la participación de un speaker que hacía todo el sentido para la dinámica del evento. ¿Qué podía fallar?
“Sí, Juan, la idea es muy buena y debemos considerar a ese experto y te proponemos que sea a partir del evento #3 de la gira de lanzamientos pues incluirlo hoy, nos provocaría un problema más que un beneficio”.
Doblemente gracias, porque fue mi equipo quien me detuvo y me retó, pero sobre todo porque se encargó de proteger la experiencia del cliente a la que no le hacía falta nada y menos por el corto tiempo que tendrían para hacer un gran evento como resultó ser. Y sí, el speaker se incorporó en eventos posteriores.
Un platillo y varios chefs: Frase acuñada por la creatividad y la molestia de Chuy, gerente regional de ventas quien al ver que ante uno de los proyectos más relevantes de los últimos años, le estábamos imprimiendo una suerte de falsa democracia al proceso de decisión para realizar una impecable ejecución.
El error radicaba en el exceso de consulta, que puede confundirse con la alineación de la estrategia y que trae como consecuencia una lógica confusión producto de distintos puntos de vista impresos simultáneamente a una misma propuesta.
“Si fuera platillo, va a quedar bien salado porque todos le quieren poner su sazón”, remató diciendo. Afortunadamente tomamos las decisiones adecuadas y el proyecto va viento en popa.
La excelencia de la imperfección: Si usted se jacta de tener un magistral control de los proyectos, esa característica probablemente terminará influyendo negativamente en algunas ideas, incluso desde su propio nacimiento.
La razón radica en que la disciplina para dar seguimiento no es comparable a la necesaria para crear una idea y no me malinterprete, no se trata de tener una visión menos exigente pero el proceso creativo debe defender esa dosis de imperfección que puede corregirse sobre la marcha pues en este caso la oportunidad y valentía con que se lanza una idea debe estar por encima de la perfección.
Vala Afshar, quien es un conocido como un evangelista de marketing digital, autor y anfitrión de DisrupTV, compartió en sus redes la siguiente idea: “ No te aferres a un error solo porque pasaste mucho tiempo haciéndolo”.
Sembrando Reflexión
La conexión entre ideas ganadoras y procesos estrictos podría ser tan poco llevadera como el agua y el aceite y el valor más emocionante que puedo encontrar en ello es en que todos podemos ser creadores de unas ideas y defensores férreos de la disciplina en otras, por lo que no se trata de un rol estático sino en que nuestra capacidad para entender qué se requiere de nosotros en cada uno de los emprendimientos de los cuales vamos a formar parte.
¿Se acuerda de una idea que iba bien, pero se echó a perder en el camino? Pues no dude en compartirla aquí o en cualquiera de los espacios donde nos podemos encontrar como Twitter, Facebook e Instagram donde me encontrará como @soyjuanbecerril y en mi canal de YouTube HARTO contraste para seguir aprendiendo juntos.