No cabe duda que uno de los temas que mayor conmoción generó durante esta semana que está por terminar fue la decisión de algunas jugadoras mexicanas de la selección de sóftbol de tirar a la basura parte de los uniformes que les fueron entregados para representar al país en la justa deportiva de Tokio 2020. Esta situación ha generado toda clase de reacciones, en donde una de las más recientes se ha materializado en la renuncia de una de las jugadoras involucradas en el problema.
La denuncia vino de la mano de las boxeadoras mexicanas Brianda Cruz y Esmeralda Falcón quienes desde redes sociales compartieron una serie de publicaciones en las que aseguraron que el equipo de sóftbol decidió arrojar a la basura los uniformes entregados por el Comité Olímpico Mexicano.
Desde su cuenta oficial de Twitter, la pugilista Brianda Cruz aseguró “este uniforme representa años de esfuerzos, sacrificios y lágrimas. Todos los deportistas mexicanos anhelamos portarlo dignamente, y hoy tristemente el equipo mexicano de sóftbol lo dejó todo en la basura de las villas olímpicas”. Este mensaje fue acompañado con una fotografía que evidenciaba el abandono.
De la misma manera, la boxeadora Esmeralda Falcón expuso “quizá para algunos de los compañeros deportistas signifique: ‘nada’ estos uniformes para muchos otros representan nuestros años de trabajo, dedicación, amor y pasión. Que pena que el equipo de sóftbol mexicano no lo vea así”.
El asunto generó toda clase de descontento entre los seguidores del deporte mexicanos quienes castigaron como una falta de patriotismo y representación la decisión de las seleccionadas mexicanas que concluyeron su participación en Tokio al caer ente el equipo de Canadá.
Un renuncia en Instagram
Ahora, este asunto ha comenzado a cobrar la supuesta ofensa. Cuando menos así lo ha dejado ver la integrante del equipo de sóftbol de México, Anissa Urtez, quien considerada como una de los elementos clave de la escuadra, confesó haber tirado a la basura su informe, al tiempo que afirmó que habría renunciado a su posición dentro del equipo mexicano.
El anuncio fue comunicado mediante las stories dentro de la venta oficial de la jugadora de sóftbol, en donde afirmó: “Quería esa medalla por muchas razones y siempre dije que no era sólo para mí, sino por una nación entera (…), estoy tan orgullosa de ser mexicana y siempre lo estaré (…). Angustia. Dolor. Ese fue mi último juego con el jersey de México”.
Acto seguido, la jugadora aceptó la responsabilidad de haberse deshecho de sus uniformes. “Lo que voy a decir con respecto a que nuestros uniformes fueron tirados a la basura en la villa son mis propias palabras, mis propios sentimientos, mi propio corazón. (…). Cada camiseta usada en los Juegos Olímpicos quedó empacada en mí maleta (…), ni una sola compañera dejó atrás el suyo. Asumo la responsabilidad de haber tirado algunas prendas de Lining. Al mismo tiempo, se nos permitió una maleta por jugadora, así que guarde lo que cabía y muchos recuerdos sentimentales. (…) Dejé algo de ropa, y me siento terrible. La forma en que dejamos la ropa estuvo mal. (…) Nos apresuramos a hacer las maletas, nos fuimos y no pensamos en el impacto que tendría para nuestro país”.
El poder de las redes sociales
Más allá de las posturas contrarias que esta situación pueda generar, lo cierto es que se trata de un ejemplo más del poder que ahora mismo tienen las redes sociales.
La renuncia a uno de los sueño más grandes para el grueso de los atletas fue consecuencia de una denuncia realizada desde estos espacios de interacción, escenarios que también han serviciado para hacer pronunciamientos oficiales sobre el caso.
Lo que está en juego sin duda es la reputación que se construye a través de estas plataformas. Recordemos que, de acuerdo con datos publicados por Statista, la opinión de las personas sobre la compañía es el principal factor (94 por ciento) que aporta o afecta la reputación de una compañía, incluso por encima de los reconocimientos obtenidos (88 por ciento) o la publicidad (86 por ciento), situación que toma otras dimensiones si consideramos que el 70 por ciento de las personas asegura que al tomar sus decisiones de compra, la reputación de la empresa que respalda a una es un aspecto fundamental que, incluso, ostenta un mayor valor que las características del producto mismo.
Bajo este entendido, construir una reputación sólida para una marca hoy significa más que ser reconocida en el mercado por ciertos atributos particulares; gestionar la opinión pública mediante espacios como redes sociales se trata de un aspecto crucial.