Hay ocasiones en que algo bueno o malo nos sucede, que de por sí mismo es sorprendente o extraordinario, como lo podría ser el conocer una persona que transforme tu presente y defina tu futuro para bien o para mal, siendo sorprendente como en un momento de caos se puede producir sincronía entre dos o más personas debido a un acontecimiento.
“El caos tal como yo lo concibo, y el que sostiene la sincronicidad relacional, es, en cierto modo, esa abertura, esa extensión espontánea hacia el otro que permite oxigenar el alma cuando el enojo tiende a instalarse en nuestra vida” J.F. Vezina
Hacemos alusión a lo anterior ya que presenciamos, con todas las medidas de seguridad en materia de salud, una película titulada: “Alguien en algún lugar” de producción francesa, con los temas, tiempos y espacios que, con mucha habilidad y arte, dedica generalmente el cine europeo de manera muy especial el Francés. Lo antes mencionado nos permite penetrar a través de la pantalla grande y de manera subyugante en la vida íntima de los personajes, aspecto que nos atrapa porque se plantea una confusa problemática que nos mantiene atentos acompañando a los personajes en sus vivencias y emociones, sobre todo porque se trata de dos jóvenes, un hombre y una mujer totalmente desconocidos, ligados únicamente por la vecindad de un balcón.
Es un film que cumple su cometido en cuanto a un buen tema con excelente trama, que sin llegar a ser suspenso nos mantiene alerta a que pase lo suponemos tiene que tiene que pasar, llevándonos a plantear situaciones que seguramente sin darnos cuenta en nuestras vidas se tejen o tejemos día con día, hasta que suceden.
Los personajes son Rémy Pelletier (François Civil) y Mélanie Brunet (Ana Girardot) son treintañeros y radican, sin conocerse, en la misma zona de París, coexistiendo en el mismo territorio y en la vida más cerca de lo que creen, en dos edificios y departamentos contiguos, en el mismo nivel, sin alcanzarse a ver.
Él tiene un trabajo sin ningún atractivo o motivación y ella es una científica con éxito, pero novata. Ambos viven su vida de jóvenes en pleno desarrollo emocional y profesional, arraigados en sus trabajos y con las redes sociales a la mano las 24 horas del día, en una situación muy cotidiana, con su diario trajín al trabajo, conviviendo con los amigos y amigas, teniendo relaciones de tipo sexual con diversas conocidos o no tan conocidos, haciendo uso de las aplicaciones digitales para esos efectos.
En fin, sin juzgar, es la vida que podemos encontrar actualmente en esa juventud de hoy, en la edad del reto de madurar, mantenerse firme y enfrentarse por completo a la independencia y muchas veces al aislamiento, o cuando mucho acompañados por un hoy identificado como “roommate”, o por un gato, un perro o cualquiera otra mascota, lo que nos lleva a reconocer que el gran tema en estos tiempos, a los cuales les sumamos el confinamiento es: “la soledad” en las grandes urbes.
La ironía de esta y otras historias de la vida real es que estamos hiperconectados y, sin embargo, aunque reunirse físicamente debería ser muy natural dejó de serlo y la realidad es que se vive como ermitaños digitales y en muchos casos deprimidos y perjudicados doblemente por la sindemia estimulada por el covid19
Salvémonos como humanidad de la desconexión social
La historia de la película referida anteriormente y ampliamente recomendada a ver en el cine, lleva no únicamente a los jóvenes treintañeros a reflexionar y tomar acción en sus vidas, sino también en las nuestras para evitar permanecer como ermitaños digitales. Somos ya una sociedad distraída, desensibilizada, dominada por la inmediatez, lo que ha desencadenado su disgregación y desconexión como grupo, la grave consecuencia es y será la falta de cohesión social.
Busquemos modo y carácter para desterrar del espacio social y organizacional el peligro de tener que convivir con una generación afectada e infectada por un mal de este milenio llamado “anomia digital”. En el contexto de las ciencias sociales (educación, pedagogía, psicología, sociología, derecho y otras) se ha denominado anomia digital a la inobservancia (consciente o inconsciente) de las normas o políticas, soslayando y no cumpliendo con lo instituido. Lo anterior referido a las políticas de privacidad y escenarios de uso de los cuantiosos y variados servicios on-line, como lo son: plataformas digitales, blogs, wikis, chats, aplicaciones (App´ s), páginas web y redes sociales de Internet.
“*Es fascinante observar cómo las personas franquean las puertas de nuestra existencia”. Aparecen muy a menudo en virtud de coincidencias inverosímiles”, “desfilan por las páginas de nuestra historia”
“Las coincidencias necesarias” de Jean-Francois Vezina. La sincronicidad en los encuentros que nos transforman. Ediciones Obelisco.1a edición marzo 2007
Reflexión
El llamado es volver a ver a hacia todos lados porque tenemos esa capacidad para voltear y observar arriba, abajo, a la izquierda, derecha al centro, hacia atrás, y esto referido a conectar con nosotros mismos, con la naturaleza, con lo que pasa en nuestro contorno, con lo que le pasa a la persona que está o pasa a nuestro lado, dejemos el individualismo y de vivir absortos digital y emocionalmente, de esa manera podremos estar prestos a que las cosas sucedan con oportunidades.
Todos vamos avanzando en espiral y en ese ascenso nos encontramos y nos apoyamos. Decía el gran escritor alemán Goethe que “el espíritu humano avanza de continuo, pero siempre en espiral”
“La historia está repleta de encuentros altamente significativos que cambian la vida personal y a veces la vida comunitaria”.
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