Dice Elizabeth Gilbert que “cuanto mayor es la crisis, al parecer más rápida es la evolución”, otro filósofo de la antigüedad solía decir que “el agua del río no pasa dos veces por el mismo lugar”, y así, amigos de Merca2.0 podríamos seguir enlistando una serie de citas que nos permiten recordar que todo evoluciona.
El análisis de esta semana se refiere al proyecto de tres visionarios empresarios que apuestan su capital y su reputación en la creación de las ciudades y centros de trabajo del futuro, mismos que contendrán sus normas de convivencia. Elon Musk ya le puso nombre a su proyecto: Starbase.
El interés por el proyecto del magnate de Space X ha crecido y los guardias de seguridad alejan de Boca Chica, un pueblo ubicado al sur de Texas, muy próximo a la frontera con México, a los periodistas y curiosos que son atraídos por el gran movimiento que esto representa y que rápidamente ha sufrido transformaciones.
Por otra parte, pero dentro de esta visión de futuro, cada vez más empresarios multimillonarios vinculados a las grandes empresas tecnológicas apuntan a la construcción de centros de desarrollo y sociales como es el caso de Tim Cook, socio de Apple que recientemente anunció una inversión de 400,000 millones de dólares para acelerar la recuperación económica, apuesta que se enfoca en la construcción de un campus en Carolina del Norte para crear 3000 empleos de alta capacitación.
Los analistas contemplan estos esfuerzos bajo una mirada poliédrica, diría la Dra. Elba Díaz, toda vez que estos empresarios a los que se suma también Peter Thiel, cofundador de PayPal, invirtió hace un par de años nueve millones de dólares en Pronomos Capital, un fondo de inversión que desea construir ciudades como si fueran productos que tengan leyes e instituciones diferentes.
Peter Thiel advierte que las actuales ciudades son casos perdidos en su lucha por mejorar la calidad de las instituciones de USA. Al respecto afirma: “usamos las lecciones de Silicon Valley para crear un nuevo modelo de desarrollo urbano donde las ciudades son productos”. El éxito de Dubai, Honk Kong, Shenzhen y Singapur lo impulsan a pensar así.
El concepto no es tan nuevo dado que el economista Paul Romer, ganador del Nobel de Economía, fue quien bosquejó la ruta de esta idea que hoy las fortunas tecnológicas intentan hacer realidad. Romer acuñó hace décadas el concepto de ciudades chárter (ciudades fletadas), mismas que serían localidades dentro de países que serían administradas por terceros.
Pues bien, estos debates e intentos para el diseño de las ciudades del futuro vienen al caso a raíz de la pandemia del coronavirus.
La pregunta que ronda en la cabeza de varios analistas mundiales es, ¿para qué sirven las ciudades? El debate ha iniciado en torno a estas ideas en donde también se tienen que tomar en cuenta los lazos culturales, la identidad de las naciones y los valores que nos llevan a tener alma y sentimientos.
Como todo proyecto, éste tiene sus defensores y sus críticos que ven en esto un impacto ambiental y el incremento en las rentas de las casas – habitación. Otros más, hablan de la reactivación del turismo que acarrean los despegues.
La reflexión final es ¿cómo queremos diseñar el futuro de la humanidad?, ¿cómo volver a las comunidades con espíritu y armonía sin descuidar el concepto de que las cosas a nuestro alrededor evolucionan?
Nos encontraremos más adelante.