Yo fui la primera en escribir en este espacio sobre la necesaria reactivación de nuestras industrias del entretenimiento. Apoyo totalmente la apertura de cines, teatros y foros dedicados al esparcimiento, siempre y cuando cumplan con las medidas sanitarias para evitar más contagios de Covid-19.
La nueva normalidad debe ser responsable o no será. El fin de semana pasado, decidí salir de mi rutina pandémica e ir al cine con mi familia. Mi sorpresa fue que me encontré con un Cinépolis atiborrado de gente en Patio Santa Fe. Filas enormes de personas sin sana distancia y aglomeraciones que, claramente, distan mucho de las medidas que nos han metido hasta el cansancio por todos los medios posibles.
No sé ustedes, pero los anuncios y comerciales de Cinépolis vaya que invitan a regresar a las salas de cine. Sus mensajes están bien estructurados y su hechura visual es, a decir verdad, bastante atractiva. Sin embargo, no vivimos tiempos de retórica. En medio de una pandemia que se ha cobrado la vida de millones de personas en todo el mundo, es necesario que quienes nos dedicamos a la comunicación y la publicidad tengamos un diálogo y una coordinación constante con las áreas operativas para que el cliente final encuentre una congruencia real entre lo que se dice y lo que se hace.
Entiendo perfectamente la crisis de la industria del entretenimiento. El año pasado, la Asociación de Permisionarios, Operadores y Proveedores de la Industria del Entretenimiento y Juego de Apuesta en México (AIEJA) estimó las pérdidas del sector en más de 38 mil millones de pesos.
Cinemex, la segunda cadena de cines más grande de México, anunció el cierre de más de 145 salas pese a que la empresa es parte de Grupo México, el rey de los consorcios mineros del país. Las deudas de Cinemex con la banca suman 230 millones de dólares, de acuerdo con datos publicados por Bloomberg.
Sin embargo, si ya existe aunque sea un poco de esperanza de volver a nuestras actividades cotidianas, lo menos que puede hacer la industria del entretenimiento (los cines, en este caso) es procurar la seguridad de sus clientes. Entendamos que la prioridad de las empresas ya no es el confort, sino la seguridad.
Sin duda, los cines se enfrentarán tarde o temprano a nuevos modelos de negocio. Plataformas como Amazon Prime o Netflix se han “robado” a buena parte de sus consumidores. Y muchos al parecer han preferido las bondades de quedarse en casa a ver una película: es más barato, más cómodo y más seguro. Pero ir al cine es y seguirá siendo una experiencia excepcional.
Invito a las cadenas de cines, teatros y todo tipo de foros culturales a sumarse a una campaña real que promueva la reactivación del sector. Una campaña donde las palabras sean igual de contundentes que las acciones.