Las series han existido desde siempre. Pero ahora son mejores en todo, en temática, en guion, en producción, en actuación, en promoción. Entre las 10 series más vistas de todos los tiempos encontramos algunas que llevan en la pantalla años y años de historia: The Simpsons, Friends, Big Bang Theory, Breaking Bad o Prison Break. Las plataformas han otorgado a las series un mejor hábitat donde presentarse y ser seguidas.
Los documentales han contado con el receptáculo natural de los grandes canales de historia, ciencia o grandes temas como National Geographic, History Channel o Animal Planet. Pero plataformas como Netflix vuelven a llegar a audiencias selectas con temas disruptivos como Chambre 2806 L’affaire DSK (Habitación 2806) sobre el caso de la acusación de violación de Dominique Strauss Khan o el análisis del comportamiento de un pulpo, en My Octopus Teacher.
Habitación 2806 se presenta en un inicio como una crítica a un supuesto caso de violación del presidente del Fondo Monetario Internacional y se traslada en el cuarto capítulo al análisis de la percepción de las audiencias sobre un personaje político, sobre las diferencias raciales en el ejercicio de los derechos humanos, sobre las luchas intestinas en los partidos.
Al igual que otras series como la danesa Borgen, nos muestra la cara humana del liderazgo político en medio de continuos reclamos a la realidad.
My Octopus Teacher es el mejor documental para aquellos a los que no nos gustan los documentales sobre animales. Aquí radica lo grande de estas excelentes producciones, que centradas en temas como la vida de un pulpo en el fondo marino de Sudáfrica, realmente transmiten algo mucho más allá.
Resulta increíble lo que un animal particularmente extraño puede mostrar y enseñar respeto a su forma de vida, de protección, de relación, de alimentación, de reproducción.
Queremos ver en las grandes producciones lo que antes observábamos de manera necesaria en la televisión abierta: experiencias humanas. La realidad humana que vemos en las series se convierte en el mejor oxígeno para respirarnos a nosotros mismos. En este reconocimiento nos logramos encontrar, entender y comprender.
En un año 2020 de tantos aprendizajes, buscamos ansiosamente calmar las inquietudes en experiencias de otros. Interpretarnos y reinterpretarnos es una tarea que se renueva cada día en ese “sólo por hoy” que nos debe acompañar en la misión de ser y actuar como personas.
Netflix, no sólo se ha constituido como la plataforma más exitosa para grandes propuestas de guion y producción sino también la que más hábilmente se acerca a la entidad humana. Cuando todo parece ya dicho y producido, llega alguna nueva idea que irrumpe con absoluta capacidad de sorprender. Sin duda conforma la plataforma de streaming más adecuadamente disruptiva que hoy reina en el mercado.
Además de ser la más disruptiva, su influencia es tal que consigue colocar temas en la agenda mediática-pública. El lanzamiento de Pretend It’s a City, serie documental sobre Fran Lebowitz, logró situar a la escritora en el primer plano de la conversación en redes sociales y medios de comunicación, a pesar de que no ha publicado un libro en más de 30 años.
También es cierto que la obsesión social y mediática con el tema de la violencia y el narcotráfico ha logrado seguidores en todos los países, más allá de lo que sucede en Brasil, Colombia, México y Estados Unidos. Es válido que las series nos reporten la vida de todos los días. Pero Netflix y otras plataformas de streaming deberían dejar de pensar en una audiencia fácil y acomodada.
Desde la habitación 2806 del hotel Sofitel de Nueva York a las profundas aguas del Océano Atlántico en Sudáfrica, Netflix rescata la capacidad de entender y comprender nuestro mundo y todo lo que nos rodea. Sería extraordinario no abandonar esta capacidad y tampoco morir en el intento.