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El mercado de moda en el que el fast fashion se ha consolidado, parece haber hecho de productos como los accesorios, unos muy valiosos.
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Hay en la actualidad elementos que nos ayudan a entender el mercado de moda, sin el cual no podrían entenderse las tendencias actuales.
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Para lograr dimensionar el mercado actual, un elemento indispensable en ello es el que tiene que ver con la comunicación.
El consumo de moda se está adaptando a una serie de cambios provocados por el confinamiento a causa de la contingencia sanitaria por COVID-19 y el caso que analizaremos hoy, debe poner a pensar al fast fashion en nuevas estrategias comerciales.
Uno de estos cambios es la demanda de prendas a través de comercio electrónico. Zara es el vivo ejemplo de ello, luego de que la marca ha migrado gran parte de sus operaciones a esta plataforma.
Otro cambio es el tipo de ropa que se demanda como lo son prendas confortables. Un tercer cambio es que el consumidor tiene una percepción diferente de la moda y está dispuesto a hacer cambios radicales para consumirla.
Uno de estos cambios es una filosofía totalmente sustentable, por lo que personas como Sarah Robbins-Cole han decidido dejar de comprar ropa y lo han asumido usando en su caso, un mismo vestido negro por 100 días.
Este ejercicio que puso en pausa su demanda de prendas, asegura en sus pensamientos compartidos en redes, la hizo comprender que no requiere de más prendas y sentenció que no las comprará en todo 2021.
Robbins-Cole es una consumidora de 52 años y su postura en cuanto a un consumo de moda racional y responsable, asegura entre sus primeras conclusiones, le ha permitido ahorar dinero y tiempo.
“Me hizo pensar en cuánta ropa termina tirada o sucia, cuánta agua se usa para producir algodón y cómo no sabemos realmente si la ropa que compramos también está hecha éticamente”, refiere la consumidora.
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Nuevas pautas de consumo en el mercado de moda
Robbins-Cole no es la primer consumidora en tomar decisiones drásticas en contra de propuestas comerciales como la del fast fashion, de hecho, muchas marcas ya asumen la sustentabilidad en su filosofía comercial.
El ejemplo más audaz lo hemos visto con marcas como Patagonia y H&M, luego de que la primera se decidiera a vender prendas confeccionadas con telas usadas y la segunda creara una máquina, que es capaz de deshacer prendas usadas, convertir estos hilos en tela y confeccionar prendas con su uso.
Frente a estos cambios que se están registrando en el meracdo de moda y que han sido acentuados por la contingencia sanitaria, el mercado de fast fashion debe de plantearse nuevas estrategias comerciales, que vayan más allá de solo usar telas de algodones supuestamente orgánicos o ecológicos, ahora se trata de lanzar propuestas comerciales que realmente motiven al consumidor a una cultura de la reutilización, dejando de estigmatizar esta filosofía y apostando seriamente a lograr nuevos comportamientos en el consumidor, pues estas acciones serán críticas en el rumbo que asuma el mundo.
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