Que lo diga una voz llorosa o una alegre y entusiasta, hace la diferencia; que lo diga una voz certera o una dudosa, también; que se diga sin voz o en voz alta marca la alternativa del mensaje; que hable la madre o el recado publicitario lo ofrezca el hijo pequeño da un giro al impacto comunicativo. Seamos claros, no se trata de decirlo, la boca de la que salga la voz, el tono y definición de la misma inmediatamente se enganchan con las asociaciones de las mentes inconscientes y crean verdades, inventadas, pero verdades. ¿Y ante las verdades quién manda? Bueno, tengo de Huellas de la publicidad tres piezas que nos persuaden, o lo intentan, para que luchemos contra la celulitis. ¿Cuáles son sus voces?
Una voz muy varonil es la elegida por Vichy, en 2005, para hablarnos a nosotras de la odiosa celulitis. Ella, muda y desnuda, es decir, vulnerable, apenas expone su problema dérmico. Y, sí, se libera de su vieja piel, se la quita de encima, como un traje… gracias al poder que ejercen los beneficios del producto. Todo bien hasta ahí, pero me pregunto: ¿por qué nos habla él? ¿Por qué su tono de tragedia ajena? ¿La piel de naranja es de él? ¿él sabe más de piel dañada? ¿Si ella habla de sí misma sería menos certero en mensaje? Sólo me pregunto qué pensó el creativo al incluir el grosor de una voz de hombres en un terso discurso de piel femenina. ¿Qué opinan?
Garnier (2003) se va más bien por un tono entusiasta, no de gran acontecimiento, pero sí proactivo. Cierto, la escena lleva a la acción y el color amarillo invita a despertar, en este caso a abrir los ojos frente a la celulitis. La música se enfoca y es contundente, también impulsa el deseo a moverse y dejar de dormir en los problemas. Lo que me parece más interesante es que la puesta en escena no se escampa en el problema, ni lo muestra, es más bien una solución de principio a fin.
Otra opción, 10 años antes, es la de Naturaleza y vida que, en contraste con las piezas anteriores, utiliza la mezcla de las voces masculina y femenina. él sabe de algas, ella mientras se aplica la crema. Expone, sin mucho impacto y quizás de manera sosa, el origen del producto. Aunque la fotografía inicial de las algas se queda desvinculada del todo y no refuerza su verdadera razón de ser.