La innovación es una exigencia constante para las marcas y cuando esta demanda se aterriza al terreno de la tecnología, los resultados han llevado a los clientes a vivir experiencias que hace apenas algunos años solo se veían en las películas de ciencia ficción. Lo cierto es que estos productos que para muchos son espectaculares, la mayoría de las veces llegan al mercado con costos demasiado elevados y el mejor ejemplo es esta televisión que pretende ser vendido por algo cercano a los 2 millones de pesos.

Una televisión que se enrolla 

El desarrollo en cuestión está firmado por LG, firma que acaba de lanzar al mercado su nueva televisión LG SIGNATURE OLED R (modelo RX), el cual es considerado como primer y único televisor enróllale en el mundo.

Presentada en Corea del Sur y disponible en apenas siete tiendas en aquel país, es una televisión que cuenta con una pantalla OLED flexible de 65 pulgadas, misma que ofrece una resolución en 4K y cuyo principal diferenciado es la posibilidad de “enrrollar” el display para ganar espacio en cualquier habitación.

“La exquisita creación de LG libera a los usuarios de las limitaciones de la pared, lo que permite a los propietarios seleccionar su entorno de vida sin tener que reservar permanentemente espacio para una gran pantalla negra que solo es útil cuando está encendida”, dijo la compañía en su comunicado.

Lo cierto es que el avanzado diseño de esta televisión tiene un costo interesante para el consumidor, ya que para adquirirlo se deberá de desembolsar la módica cantidad de 87 mil dólares, es decir cerca de un millón 833 mil pesos al tipo de cambio actual.

El problema de la innovación

Aunque por el momento esta televisión sólo se comercializa en Corea del Sur bajo pedido, la realidad es que se trata de un lanzamiento que pone sobre la mesa uno de los grandes problemas relacionados con la innovación.

Hablamos de un concepto que en la competencia actual del mercado juega un rol especialmente importante.

Una investigación firmada por Simon-Kucher & Partners indica que el 90 por ciento de las empresas asegura que la presión sobre el precio es creciente, con lo que el 75 por ciento de las organizaciones asegura que la innovación de productos es la mejor medida para contrarrestar los efectos de dichas presiones.

Aunque la premisa es bien entendida por las marcas y organizaciones, lo cierto es que el concepto de innovación ha cambiado radicalmente por lo que no todas las nuevas ideas o estrategias logran entrar en dicha categoría.

Datos publicados por TNS indican que de aquello que las marcas identifican como ‘innovación’ en su oferta sólo el 15 por ciento corresponden a propuestas que cumplen con dicho concepto, con lo que 82 por ciento se refiere a extensiones de línea y 3 por ciento a relanzamientos.

Estos números cobran sentido si consideramos que, ejemplos como el de LG, demuestran que cuando menos en las primeras fases de productos que en realidad pueden ser considerados como “totalmente nuevos”, los costos de producción son brutalmente elevados, aspecto que de manera inmediata se transfiere al consumidor final que no siempre está dispuesto a asumir estos precios.

La reinvención del concepto

De hecho, el consumidor parece conformarse con pequeñas modificaciones en los productos existes que supongan una mejora, pero que mantengan precios accesibles.

Así lo refieren los datos de un estudio firmado por Code Computerlove, el cual indica que el 38 por ciento de los consumidores esperan que las marcas optimicen las acciones y propuestas que presentaron con anterioridad, antes de incorporar ‘innovaciones’ a su oferta. De hecho, sólo el 17.7 por ciento de los usuarios espera que sus marcas desarrollen productos o servicios nunca antes vistos.

Los hallazgos de esta investigación dejan en claro una cuestión: El consumidor parece no encontrar aún valor en las acciones que las empresas califican como innovaciones. Esta situación tendrá que ser revertido a la brevedad, más aún frente al inicio de un año que pinta complejo.