• A lo largo de varios indicadores, como preparación para el futuro, tecnología y conocimiento, América Latina es la peor región del mundo

• En los países con mayor competitividad digital, como Estados Unidos y Singapur, la educación y el entrenamiento son factores cruciales

• Por el contrario, quienes más han mejorado en los últimos años, como Chipre, Turquía y Estonia, la agilidad de los negocios ha sido clave

La semana pasada se hablaba del Índice de Competitividad Digital del IMD y la calificación no tan positiva que había sacado México en el ranking. De los 63 países analizados, la nación se coloco en la posición número 54. Esto representa una caída de cinco lugares con respecto a la edición de la semana pasada. Entre las razones que explican este desempeño, está el mínimo gasto del gobierno en el tema, la mala gestión del talento, y la baja inversión en capacitación.

Pero la situación de México no es la única. Como lo refleja una nueva gráfica en Statista, todos los países de América Latina parecen tener una mala posición en competitividad digital. Chile es el caso menos grave entre las economías de la región, con una posición de 41 entre los 63 países de todo el mundo analizados. Pero no solo sigue siendo un lugar bastante abajo en la lista. Además, las calificaciones de todos los países dejan bastante que desear a la región.

De un total de 100 puntos, reflejando un estado perfecto de competitividad digital, Brasil, Perú, México, Argentina y Colombia tienen una calificación entre 52.1 y 46.45 del IMD. Venezuela y Chile son os que más se alejan del promedio, con una puntuación de 23.99 y 61.52 cada uno. Las economías de Brasil, Chile y Perú, primer, segundo y cuarto lugar de América Latina, han ido mejorando de forma consistente con el tiempo. México y Colombia bajaron frente a 2019.

¿Qué es lo que está pasando a América Latina en competitividad digital?

Tal vez los casos de México, Perú, Argentina y Venezuela son los más notables, ya que son parte de los 10 países que peor se desempeñaron en este ranking. Del caso de la República Mexicana, el IMD se limita a decir que su baja competitividad digital se puede apuntar a una baja atención e inversión en los problemas clave ya mencionados. Para Perú es distinto, pues felicita que haya crecido, en gran parte gracias a una mayor flexibilidad en el área de negocios.

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Colombia, similar a México, también fue criticada por reducir su capacidad en competitividad digital. Específicamente, se reprueba el hecho que la nación está viendo un deterioro en la infraestructura tecnológica y la falta de adaptación entre el grueso de su población. En lo que respecta a Argentina y Venezuela, que se mantuvieron con iguales calificaciones, se explica en la incidencia de victorias y derrotas que se contrarrestan entre sí. Y luego está el caso Chile.

Para la nación andina, la competitividad digital es un elemento multifactorial. Se ha invertido de forma importante en el talento, que ha mejorado su nivel en Chile con respecto a 2019. A la vez, se han dado avances importantes en la agilidad de los negocios y una mayor integración de los sistemas de TI. Además tiene fuertes calificaciones, al menos respecto a sus colegas en América Latina, en cuanto a legislación científica, exportaciones e inversión para el desarrollo.

Algunas soluciones a la situación de América Latina

Considerando los resultados del IMD, es evidente que la situación de la región no es del todo positiva. Cierto, hay casos de buena mejora en Chile, Brasil y Perú. Pero luego está Colombia y México, que van de bajada, o Venezuela y Argentina que simplemente no parecen mejorar. ¿Qué soluciones podrían implementarse para revertirr la tendencia? Siguiendo el ejemplo de los “casos de éxito” en América Latina, es evidente que se requiere más inversión en el sector.

Otros expertos tienen otras sugerencias para la competitividad digital. De acuerdo con Revista Nexos, una buena economía en línea es necesaria para cimentar los avances de negocios y los demás agentes del sector. Por supuesto, esto requiere un proyecto agresivo de modernización que involucre a gobiernos e instituciones financieras. Y no en todos los gobiernos de la región hay una igual disposición por apostar por la tecnología, en especial con los retos sociales.