El suspenso sigue en el aire.
Las salas de cine abrieron en México hace más de un mes y lo mismo ha sucedido en gran parte del mundo. La expectativa de la industria era que, para estos momentos, la gente ya hubiera regresado y que los ingresos en la taquilla fueran significativos. Eso no ha sucedido o al menos no lo ha hecho de la manera en cómo se esperaba. Ante una incertidumbre creciente, una cuarentena que se alarga, grandes cantidades invertidas y un modelo de negocio que se encuentra en redefinición, las preguntas que están en el aire son, por parte de quiénes hacen y distribuyen las películas, si el público volverá y cuándo, y por parte del público si vale la pena regresar.
La máxima dice que “el cine se ve mejor en el cine”. Y es cierto, al menos quiénes estamos familiarizados con la producción de cine, sus valores técnicos y narrativos, sabemos que hay ciertas cuestiones que difícilmente pueden conservarse cuando se ve la película en casa. Como ejemplos están desde aquellos filmes con alguna novedad tecnológica como “La invención Hugo Cabret” de Martin Scorsese, cuyo uso de 3D se perdería por completo, pasando por la espectacularidad de los efectos especiales que las grandes súper producciones como “Avengers: Endgame” o “Gladiador” y que no se aprecian igual en una pantalla grande que en una de televisión. Luego están aquellas sutilizas como el diseño de audio de “Roma” que sólo pudieron percibir quiénes la vieron en una sala (varias capas de audio que “trasladaban” al espectador al lugar, dejándolo escuchar tanto lo que la protagonista decía, como el ambiente de la habitación particular como los sonidos de la calle).
Por otra parte, está el carácter inmersivo que tiene la sala. El espacio está diseñado para que la atención del espectador se concentre en la pantalla. Por ello se apagan las lucen y se dispone todo para que únicamente se preste atención en un sentido. A estas condiciones físicas hay que agregarle que la narrativa, la historia y la forma de contarla, consigue una mejor inmersión en el cine. Es justamente lo que Hitchcock comprendía muy bien y que tanto persiguió para “Psicosis”, llegando al extremo de pedir que se sacara de circulación la novela en que se basa para evitar que la gente pudiera comparar las historia; pidiendo que no se permitiera al acceso al público una vez comenzada la película.
Este último detalle puede parecer exagerado, pero no lo es. Todos nos hemos sentido poco interesados en alguna película o vemos cómo el de al lado ríe y reacciona de manera distinta a cómo lo hacemos nosotros. Muchas veces se debe a que no hemos entrado en el ritmo del filme. Hitchcock lo sabía y por ello quería asegurar que el público brincara y se emocionara según lo había planeado. Es algo que el mismo Christopher Nolan estuvo peleando para que “Tenet” se estrenara en los cines.
Ahora, a esas características que pueden tener distinto valor para el público, se suma el que el costo es mayor en todos los sentidos (el boleto, la comida, el estacionamiento) y que implican salir, ya no digamos las condiciones de riesgo sanitarias actuales. La parte clave en el regreso del público a los cines está en qué tanto la balanza se inclina por uno u otro y cuándo o con qué filmes lo hará entre ver una película en una sala o verla en casa.
En casa, en una plataforma, está el tema económico, al que hay que agregar que por una cantidad mucho menor se puede tener acceso a mucho más contenido. Luego, está el que dentro de ese contenido o en relación con él también se puede tener control. Se decide cuándo empezar, cuándo pausar, se puede regresar o repetir algún aspecto, e incluso, en algunas plataformas, si se quiere ver a un ritmo más rápido. Es una ventaja y aunque afecta o interrumpe la experiencia, quizás le provee otra distinta al espectador. A cuál le da más valor es la clave.
Todo lo anterior, entre otros aspectos, han hecho que los estudios comiencen a cambiar de nuevo fechas de estreno (Disney acaba de enviar “Black Widow” a 2021 y con ello se han desencadenado otros tantos cambios, más los que se esperan; también está el modelo en prueba con “Mulán”), que otros decidan enviar títulos directo al video y que siga sobre la mesa cómo se verá alterada la ventada de tiempo que existirá entre un estreno en salas y su llegada al video o plataformas.
De la misma manera, al menos hasta que termine el año se ha disminuido el número de títulos con presupuestos grandes, la mayoría se estrenaán después de mediados de noviembre y, sobre todo, en diciembre (ya sólo quedan “Sin tiempo para morir”, la más reciente aventura de James Bond, “Free Guy” con Ryan Reynolds, “Soul” de Pixar y “Wonder Woman 1983”), lo cuál tendrá otras implicaciones pues la competencia será mayor.
Lo anterior parece sugerir y es lo que se anticipa, aunque como todo es incierto y cambiante, es que el número de estrenos en salas será menor, buscando darles mayor oportunidad a los títulos. También parece ser que los estrenos grandes estarán destinados para ese medio, dejando modelos de distribución para películas de presupuestos menores en una gran cantidad para plataformas. En fin… la pregunta sigue en el aire y a ella se suma el saber cómo será el cine después de la cuarentena.
El suspenso sigue en el aire.