Quizá uno de los temas que ocupó de manera especial la agenda mediática durante la semana pasada fue la esperada rifa del avión presidencial, asunto que aunque tuvo ganadores, para muchos fue simplemente una estrategia de marketing político.
Y es que aunque este tema se convirtió en tendencia desde principios de este año, la realidad es que la participación de los ciudadanos en este sorteo fue muy reducido.
Las voces alrededor del tema aseguran que la mayoría de los boletos fueron comprados por las propias entidades de gobierno, con lo que más allá de ser una verdura colecta para reunir fondos se tradujo en un circo y discurso político que se apoyo en ciertos significados.
Los números
Datos publicados por El Universal, indican que alrededor de esta rifa hubo al menos cinco irregularidades que ponen en duda la verdad detrás de esta rifa, de las cuales vale reconocer tres de manera puntual:
“En primer lugar, las ventas. De 6 millones de boletos se vendieron realmente sólo 3,865,800 ya que un millón de boletos se le entregó al Insabi. Las ventas representan entonces sólo el 64.4 por ciento del total de boletos emitidos, lo que equivale a 1933 millones de pesos (cada boleto costó 500 pesos).(…)En segundo lugar, los boletos no vendidos. Resulta que el gobierno pudo transformar una pérdida segura en una modesta ganancia aprovechando que boletos no vendidos podían ganar premios. Como los boletos no vendidos en esta rifa representaron 35.6% del total, fue por eso que cayeron exactamente 37 de los 100 premios en esos boletos sin comprador (24 premios de boletos no vendidos a nadie y 13 premios de boletos no vendidos pero asignados al Insabi). (…)En quinto lugar, el pueblo. Si sólo el 64.4 por ciento de los boletos se vendió, y los empresarios junto con los magnates sindicales compraron el 50 por ciento, la población en general adquirió apenas el 14.4 por ciento por ciento de los boletos, menos de la sexta parte. El pueblo simplemente no está para loterías en la actual situación económica y de salud”.
Entre símbolos y votantes
Con estas cifras de soporte, muchos especialistas aseguraron que la esperada y comentada rifa no fue otra cosa más que un movimiento de marketing político mucho más complejo.
El simbolismo alrededor de la rifa y el propio avión presidencial es lo que no debe perderse de vista.
Desde que el sorteo fuera anunciado, la cantidad de connotaciones que se realizaron alrededor del “producto a rifar” fueron especialmente grandes y la relación fue casi inmediata: El avión representó todo aquello que los votantes en 2018 querían erradicar con el cambio de fuerza política al frente del ejecutivo.
Este movimiento, es sin duda un punto crucial de apoyo para la denominada “4T” que sin querer calificar su desempeño, ha utilizado como bandera “la eliminación del neoliberalismo en el país” como un gancho para ganar y mantener seguidores.
Aunque es posible la rifa del avión presidencial no haya alcanzado los números esperados, cuando menos, en lo que se relaciona con la participación del pueblo, lo cierto es que funcionó como un mecanismo para reforzar el discurso de la administración federal en turno, situación que sin duda es vital de cara a un año electoral y una baja en la aprobación de la gestión del presidente.
De acuerdo con datos entregados por Consulta Mitofsky, hasta el pasado 20 de agosto, poco más de la mitad de la mitad dela población en el país (54 por ciento) aprobaba el mandato de López Obrador.
Aunque se trata de la cifra más alta en los últimos meses, la realidad es que es un porcentaje menor al 57.6 por ciento registrado el 20 de enero de este año, al tiempo que es un porcentaje con una disminución de 7.8 puntos en comparación con lo registrado en agosto del 2019.
Del avión a la playa
Esta es una de las razones por las que ahora se habla de una nueva rifa, en donde el “premios a ganar” podría ser un lote en un terreno en la playa comprado en tiempos de Felipe Calderón.
EN conferencia matutina, el mandatario afirmó que la administración del expresidente compró un rancho a la orilla de la playa Sinaloa al exgobernador Antonio Toledo Corro por 100 millones de dólares en una operación que calificó como “una transa al erario público”.
De esta manera, durante esta mañana, afirmó que en un principio “el propósito era venderlo para dedicar recursos a la presa de Santa María en Sinaloa que se requiere, para el riego y para que haya agua, pero si no se puede, estamos pensando que como nos fue también en lo de la rifa del avión, rifarlo porque serán como 5 mil premios y tendrían su lote”.