En medio de la pandemia y de una crisis financiera en México, hace unos días se anunció la extensión de una semana al Buen Fin, después de que en las últimas semanas se reportara la peor caída del PIB desde 1995, derrumbándose un 18.7%, siendo la tercer economía mundial más dañada, después de la India y Reino Unido.
Según el estudio de Deloitte Global State of the Consumer Tracker, realizado en 17 naciones, México ocupa el primer lugar en nivel de preocupación acerca de la situación financiera, siendo que 64% de los mexicanos los que dicen tener miedo a perder su trabajo, 56% se muestran preocupados por tener dinero para hacer pagos futuros y 54% están retrasando compras grandes como muebles o electrodomésticos; ocupando de esta forma el 2do lugar en estrés por salud, ocasionado por la pandemia y la situación financiera del país.
Todo lo anterior nos muestra los cambios en los hábitos de compra, 27% de la población ha recortado gastos, 38% guarda el dinero y almacena, el 26% continúa su vida siendo precavido con gastos por impulso y solo el 10% hiberna y gasta; mostrando estas cifras que la mayor parte de los segmentos de la población dejaron de preocuparse por la pandemia y comenzaron a preocuparse por su familia, su economía y los efectos a mediano y largo plazo.
En medio de esta ola de incertidumbre e inestabilidad, se encuentra una venta caracterizada por las compras por impulso, donde las pantallas y televisiones son las reinas de estos días; pero hoy, en medio de una crisis, estas compras por impulso pasarán a segundo termino, y las ventas a meses sin intereses dejarán de ser atractivas para los usuarios que compraban con anterioridad electrodomésticos, ropa y objetos de segunda necesidad.
Realizando una escucha digital, la última semana, se lee claramente la división de punto de vista sobre esta temporalidad creada para el consumismo por parte de marcas y gobierno, pues se cree y se comenta de parte de los expertos que la crisis económica apenas ha comenzado y que se debe seguir construyendo el hábito del ahorro, pues normalmente esta temporalidad captaba los adelantos del pago de aguinaldo y otros bonos de fin de año, que en muchos casos no existirán este año.
El reto ahora vendrá para las marcas, pues tendrán que crear necesidades desde ahora, para que el 9 de noviembre los usuarios estén receptivos a los mensajes que comuniquen; pero ¿cómo crear necesidades en estos tiempos, cuando los usuarios y compradores tienen muy definidas las básicas?
Es claro que hoy en día no se pueden buscar nuevos momentos de consumo, pero sí se puede crear de parte de las marcas un conocimiento de las necesidades de los clientes, pues si bien es cierto que las cifras arrojan la incertidumbre que ocasiona la pandemia y la crisis financiera en México, también es cierto que con la nueva normalidad se enfatizaron algunas necesidades que antes parecían de segunda necesidad, hoy en día, cuando el usuario habita y trabaja en el mismo espacio, volviéndose vital, algunos productos se vuelven indispensable para sus labores, cumplir con la familia, escuela virtual y otras actividades que se volvieron primordiales para ellos.
En este Buen Fin, las marcas deberán seguir construyendo la empatía con los usuarios y su situación, creando vínculos con ellos para construir marca a futuro en un fundamento de lealtad de marca y recompra.
Dados los números y cifras, estos muestran que la realidad es que los clientes deben de seguir construyendo ese hábito de ahorro, pero la realidad es que con los artículos de segunda necesidad que se han vuelto de primera por el cambio de estos mismos hábitos y forma de vida, los usuarios que han postergado o retrasado ciertas compras, estarán esperando esta temporalidad, y las marcas deberán de atender a estas nuevas necesidades y enfocarse solo en ellas, pues las compras por impulso serán el porcentaje más bajo en comparación con los otros años.