Giuseppe Verdi, uno de los compositores de ópera italianos más reconocidos a nivel mundial, más que un artista, es un referente, un sello, una marca clásica, atemporal hasta el día de hoy recordada y con altas posibilidades de ser infinita.

Su historia me parece increíble porque, según los diferentes biógrafos que la narran, siempre se mostró orgulloso de sus orígenes campesinos acompañado de un carácter vivo e inquieto; compuso 28 óperas y fue capaz de reinventarse cada vez que fue necesario.

El drama fue parte importante de su camino; una vez que se convirtiera en profesor de música, en la ciudad de Busseto, logró con mucho esfuerzo y ayuda mudarse a Milán y tener 2 experiencias altamente exitosas a nivel profesional, pero lamentablemente, sus dos hijos y su mujer fallecieron entre 1838 y 1849.

El contrato que había firmado con los empresarios que financiaban su obra le exigía escribir una ópera cómica; digamos que su estado de ánimo no era el mejor por obvias razones, pero un contrato aún en ese entonces implicaba un compromiso moral y laboral enorme.

El día que presentó dicha ópera “un giorno de regno”, Verdi fue abucheado, recibió gritos y vegetales podridos, entre ellos jitomates por parte de un público enojado, insatisfecho, frustrado y con bajos niveles de respeto. La humillación fue tan grande que no pudo finalizar la representación. Esta experiencia lo transformó y fue conocido como “el pesimista”, sin embargo, no dejó de hacer lo que tanto amaba, hasta que llegaron los años de éxito, conocidos como sus años de galería.

Pienso que su espíritu fue como lo que hoy conocemos bajo el término de “ánimo emprendedor”; entre múltiples frases que nos gustan e inspiran a los arriesgados en los negocios, imagino perfecto a Wiston Churchil diciéndole de frente a Verdi: “Si estás pasando por un mal momento, sigue adelante”.

Es una realidad actual que artistas, deportistas, políticos, empresarios,  marcas,  incluso toda persona que cuente con una red social puede recibir comentarios desafortunados o agresivos que logren dañar o desprestigiar su imagen.

Por ejemplo, Justin Bieber, en más de una ocasión, ha estado envuelto en polémicas por comportarse de manera altanera con sus seguidores; Madonna, en Chile, enfureció al ver que algunos de los asistentes fumaban, al punto de parar el concierto para advertirles que, si no dejaban de hacerlo, no continuaría con el espectáculo. 

Personalidades de la altura de Bill Gates han recibido más que palabras digitales, un desagradable y público pastelazo en la cara.

Si bien, cada cabeza es un mundo y las estrategias y estilos de comunicación, tanto personales como corporativas son distintas, muchas veces funciona generar polémica; sin embargo, al final, si no se controla de una manera adecuada puede generar crisis y problemas mayores. No solo vemos estas prácticas en Twitter, que es una red en donde tenemos que estar listos para recibir fuertes críticas, sucede también en Facebook y, desafortunadamente, en LinkedIn y otras.

En conclusión, la critica y el enojo siempre han existido, simplemente, al igual que los medios de comunicación, estos se transforman y de pronto una oración puede ensuciar aún más que un jitomate.