Twitter hizo valer su ley en contra de los mensajes violentos y cortó la cabeza de David Duke.

YouTube ya había cancelado la cuenta de este hombre el mes pasado.

Estados Unidos vive una etapa tensa debido a la presión que existe de eliminar los mensajes de odio en redes sociales.

David Duke no podrá regresar jamás a Twitter para promover sus discursos de odio en contra de minorías étnicas. La razón es que la red social del pajarito azul decidió suspender de manera permanente la cuenta de este supremacista blanco “por violar las Reglas de Twitter sobre conductas de odio”, dijo un portavoz de Twitter en un comunicado.

Twitter prohíbe todo tipo de publicaciones que promueven la violencia o las amenazas de violencia contra las personas en función de su religión, raza u origen étnico. La cuenta de David Duke, fundador y ex Gran Dragón de los Caballeros del Ku Klux Klan, una organización que promueve la supremacía blanca, de 1974 a 1978, estaba en blanco el jueves, reemplazada por un mensaje que decía que la cuenta había sido “suspendida permanentemente”. El KKK es el grupo supremacista blanco más antiguo de Estados Unidos: sus raíces se remontan al período de Reconstrucción en el Sur que siguió a la Guerra Civil.

David Duke: Un hombre de mala reputación

Duke se unió a Twitter en 2009 y a partir de ahí congregó a 53 mil seguidores que simpatizaban con sus ideas racistas y sus mensajes donde incitaba a cometer actos de violencia en contra de grupos étnicos a los que consideraba inferiores. Igualmente constantes eran sus ideas antisemitas, antiinmigrantes y antihomosexuales. Twitter ya lo tenía en la mira, pero ha sido apenas que ha tomado la decisión de frenar sus discursos y alejarlo para siempre de su plataforma, en una muestra de coherencia con sus reglas y principios.

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Otras redes sociales, como YouTube, ya habían tomado la decisión de suspender la cuenta de este hombre el mes pasado, ya que también violaba sus reglas internas que prohiben los discursos de odio en contra de otros grupos humanos. Diversos medios de comunicación han descrito a Duke como un tipo que “se ha construido una reputación a nivel internacional como el rostro más extremo del nacionalismo blanco de los Estados Unidos y un pseudo académico del antisemitismo”.

Un presente confuso

El presente de los Estados Unidos es el de una nación preocupada por erradicar signos de violencia y racismo, que todavía siguen siendo parte de su realidad. En este sentido, las redes sociales tienen una gran responsabilidad de su lado al ser espacios donde estos discursos han encontrado una regulación a menudo difusa que permite que sigan proliferando, aunque ya se está trabajando en ello debido a la presión pública.

Ejemplo de ello es el boicot ocurrido hace un mes a Facebook, en el que marcas de prestigio como Coca-Cola, Dermatonics, Puma y Reebok retiraron sus anuncios como reclamo ante la falta de una claridad en la regulación de las políticas de odio en dicha red social. Todo ello fue un movimiento organizado por Free Press y Common Sense, junto con las organizaciones de derechos civiles de Estados Unidos Color of Change y la Liga Antidifamación. De esta unión derivó la campaña Stop Hate for Profit como reclamo ante la muerte del ciudadano George Floyd, un hombre afroamericano que falleció a manos de la policía en Minneapolis, Estados Unidos.