Tras el análisis de 15 mil búsquedas populares en buscadores de Google, un estudio realizado por The Markup demostró que un 41 por ciento de los primeros resultados son de productos de la misma empresa fundada por Larry Page. Este mismo personaje afirmaba en 2004 que el buscador se diferenciaba de otros por no mostrar su propio contenido por encima del de otras plataformas web. ¿Qué es lo que ocurre?
La inteligencia artificial de Google, llamada BERT, evoluciona casi a diario para darle al usuario no solo mayores cantidades de información sino la mejor de todas ellas. El criterio es en recoger el contenido que es más relevante con base en volumen de búsquedas, cantidad de ocasiones compartida por los usuarios, entre otros criterios.
Su capacidad para entender casi lo que nadie más podría se traduce en resultados precisos aunque la información proporcionada esté mal redactada. Sin embargo, sus rivales han señalado que con el paso del tiempo el buscador podría estar favoreciendo sus resultados hacia productos propios.
Ejemplo de ello son los servicios de Google Flights y Google Hotels, que en 2019 captaron el doble de clicks en relación a otros competidores como Booking y Expedia, lo cual causó confusión y preocupación entre empresas del mismo sector.
Un portavoz de Google dio una respuesta para aclarar los datos del estudio de The Markup: “Creemos firmemente que al crear la mejor experiencia de búsqueda para las personas de todo el mundo, proporcionaremos más tráfico y valor a los creadores de sitios web y a las empresas de todos los tamaños. Esta metodología, que se basa en una muestra no representativa de búsquedas, es defectuosa y engañosa”.
“El hecho de proporcionar enlaces, ayudar a las personas a reformular las consultas o a explorar temas y presentar datos rápidos no está diseñado para que se dé prioridad a Google. Estas características son fundamentalmente en interés de los usuarios, lo cual validamos mediante un riguroso proceso de pruebas”.
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Polémicas constantes de Google
Desde hace algún tiempo, la empresa fue señalada cuando decidió cambiar el diseño de su página de resultados, lo que hacía difícil distinguir los enlaces promocionados de los orgánicos. Esto podía llevar a los usuarios a hacer clic en páginas donde no deseaba hacerlo y de esa manera seguir favoreciendo los productos patrocinados de Google.
Aunque hay que decir que lo anterior no es tan nuevo, ya que desde hace un par de años Google por lo regular siempre ha destacado en primer término los anuncios de Google Adwords, seguidos de las páginas que alcanzan a colarse en búsquedas orgánicas donde se aplican técnicas de SEO para figurar en los primeros resultados de búsqueda.
El problema es que a veces el usuario se puede confundir con uno y otro a pesar de que los enlaces patrocinados llevan la etiqueta Ad en un costado para evidenciar la diferencia.
Una polémica que no es nueva
Ya desde 2017 la polémica en torno a lo anterior era tela de dónde cortar: un estudio hecho por el Wall Street Journal reveló que Google compraba millones de sus propios anuncios y mostraba sus propios productos a los usuarios por encima de los anuncios de la competencia.
“Hemos diseñado conscientemente y cuidadosamente nuestros programas de marketing para no afectar la subasta de anuncios. Todas nuestras ofertas están excluidas de la subasta al determinar el precio pagado por otros anunciantes, y tenemos reglas y procesos estrictos — con niveles más estrictos que nuestros clientes — para gobernar el uso de nuestros propios productos de anuncios “, dijo Google en aquel entonces como respuesta a la historia del Journal.