La actual crisis por el nuevo coronavirus, Covid-19, ha puesto en evidencia muchas situaciones. A nivel educativo, se ha demostrado qué colegios e instituciones de educación superior estaban más preparadas para tomar por las riendas la educación online y cuáles otras estaban en pañales, o incluso, ni siquiera lo tenían contemplado.

Es cierto, en situaciones de emergencia como la que vivimos hoy en día, lo primero es proteger la salud, y después, continuar con el aprendizaje; sin embargo, todos hemos sido testigos de la improvisación de muchas escuelas, colegios e instituciones de educación superior.

La educación, como sabemos, es pilar en el desarrollo de las personas y de los países. Por ello, la suspensión de clases en las escuelas por el coronavirus Covid-19 ha puesto en evidencia que lo más prudente -dado que no podemos controlar ni a la naturaleza, en caso de desastres, ni a las emergencias sanitarias como la actual-, es crear un plan efectivo y consistente para asegurarnos de que el aprendizaje no solo no se detendrá, sino que continuará de la mejor forma cuando este tipo de situaciones se presenten.

De inicio, un plan de continuidad educativa buscaría mantener el ritmo de actividades y resultados escolares durante las contingencias que impiden la asistencia física a las escuelas. Dicho plan permite manejar de forma adecuada los planes de estudios, manteniendo el ritmo y nivel académico, ante las inesperadas situaciones de emergencia, además de que sostienen unida a una comunidad académica y responder a nivel emocional a los alumnos, padres de familia y profesores.

Sin embargo, no podemos dejar de enfatizar aprender en remoto no es equivalente a aprender online. Pero he aquí algunas razones por las cuales las escuelas deberían implementar un plan de continuidad educativa en situaciones de emergencia: 1) reducir el impacto del tiempo de educación perdido por estudiantes que se han ausentado de las clases, ya que permite continuar aun fuera del salón de clases; 2) disminuir la necesidad de reprogramar las clases para cubrir lo que se tenía que haber visto en el salón, con lo cual se evita agregar días extras de clases al final o durante el tiempo que dure la emergencia; 3) integrar a los maestros y a todo el personal docente a un Sistema de Gestión del Aprendizaje, que por lo regular es un excelente medio para llevar al personal que aún se rehúsa a utilizar la tecnología.

Es importante hacer mención que los elementos más importantes de un plan de continuidad educativa, son de carácter administrativo y técnico. En el administrativo, se definen las políticas y expectativas de la institución acerca de las inasistencias, asignación de tareas y normas para dar las clases virtuales. En la parte técnica, los administradores del sistema deben saber cómo manejar la enorme cantidad de accesos y asegurarse de que el sistema de gestión del aprendizaje está correctamente configurado.

También se debe crear una política de comunicación sobre cómo las personas serán notificadas cuando haya un día de clases online así como todos los detalles que deben saber los estudiantes, sus familia y toda la comunidad escolar.

Los maestros deben tener las habilidades necesarias para acceder a los cursos de los LMS y para agregar contenido en el caso de una pausa inesperada en los cursos normales dentro de las escuelas. En cuanto a los estudiantes y sus padres, todos deben estar conscientes del potencial que ofrece el aprendizaje en línea en días de emergencia.

Para planear en los días de aprendizaje digital, es preciso dejar claro las expectativas para el personal administrativo y para los maestros, definir cuándo se publicarán las asignaturas y otros anuncios referentes a las clases; al entrar a los sistemas de aprendizaje en línea los estudiantes deben estar seguros de que completarán sus materias como si estuvieran en la escuela; las fechas de entrega de las tareas pueden seguir las políticas de la escuela; los sistemas LMS incluyen links para actualizar los conocimientos y documentación complementaria

Hoy en día hemos visto cómo muchas instituciones educativas se han limitado a aprender en remoto, con todos los parches, sabores y sin sabores que hemos visto en las últimas seis semanas. Unos más, otros menos, pero pocos, muy pocos, estaban preparados para llevar a su estudiantado a tomar clases 100% online.

El camino ha estado lleno de improvisaciones, desde las autoridades de la Secretaría de Educación Pública (SEP), hasta la manera en que han sobrellevado la situación colegios y universidades durante la actual contingencia, como trasladar el número de horas de clases presenciales a clases vía videoconferencia, y por supuesto, enviar la “evidencia” del trabajo mediante fotos es algo fuera de toda proporción.

En suma, no hay razón para que la emergencia sanitaria impida a los estudiantes continuar con su aprendizaje. Lo primero, como se dijo al principio, es proteger la salud de la población, pero después viene la misión de darle continuidad a los procesos de aprendizaje de los estudiantes, para lo cual es mejor estar preparados, con el fin de que las contingencias no nos tomen con los dedos en la puerta.

El botiquín

Al momento de cerrar esta columna, nuestro país ya tenía alrededor de 2,154 muertos y 23,471 contagios y todavía falta lo peor, a decir de las autoridades sanitarias. En la Ciudad de México el número de camas disponible para atender a los enfermos de Covid-19 disminuye cada vez más y se ubica en un ya peligroso 34%, así que habrá que ver qué sucede en los próximos 10 días, que serán cruciales para saber el rumbo de esta pandemia en México. Entre tanto, por favor quédese en casa y tómeselo en serio.