Hace poco descubrimos en redes un nuevo término: fakeminismo. Por la palabra misma se sobrentiende el significado. Es importante tenerlo en mente porque el Paro Nacional de Mujeres no ha terminado: lo que vimos el domingo pasado fue quizás el banderazo de salida de un movimiento de alcances mayores, que abonará sustancialmente a la lucha por la igualdad de género.
Desde la semana pasada, no ha habido un solo día en redes sociales en que no se mencione algo relacionado con el feminismo. Y esto, evidentemente, es algo que han aprovechado decenas de empresas para comunicar mensajes de inclusión y tolerancia. Sin embargo, en varios casos, estos mensajes no son más que un asunto cosmético y un intento por colgarse de la lucha feminista para construir una imagen que no corresponde con la realidad.
Visto desde la frivolidad de los números, es lógico que a cualquier marca le importe sumarse a las tendencias generadas por la agenda feminista. #UnDíaSinNosotras, #ParoNacionalDeMujeres y #El9NingunaSeMueve fueron algunos de los hashtags que se mantuvieron inamovibles dentro del social listening de estos últimos 7 días. Ninguna marca quiso quedarse fuera; todas quisieron mostrar su lado solidario.
Sin embargo, no todas las posturas fueron congruentes ni genuinas. La periodista Peniley Ramírez publicó en su cuenta de Twitter un listado de las empresas que practicaron el doble discurso del fakeminismo: digo que apoyo, pero no lo hago.
En Colgate, por ejemplo, dijeron que apoyarían a sus trabajadoras de tres maneras: que trabajaran desde casa, que portaran una prenda morada o que asistieran a laborar de manera normal… Misma situación para las empleadas de Farmacias del Ahorro, quienes fueron invitadas a “apoyar este importante movimiento desde nuestros centros de trabajo”. Fakeminismo en toda la extensión de la palabra.
En otras empresas, el doble discurso está aún más marcado. Aunque Grupo Financiero Banorte anunció mediante un comunicado que respetaría “la libre decisión” de sus colaboradoras, en una reunión interna —detalla Ramírez— les dicen que, si faltan, deben reponer las horas otro día.
En Vicky Form informaron en redes sociales que también se solidarizarían con el Paro, pero al final sólo les dieron a sus empleadas un trabajo escalonado en dos horarios, de 10 am a 2pm y de 2pm a 6 pm.
Los ejemplos podrían seguir hasta conformar una lista lo bastante amplia como para llenar esta columna. Y si bien legalmente las compañías no están obligadas a dar el día libre a sus trabajadoras, el contexto violento en el que viven millones de mujeres en el país las obliga a tomar una postura donde la ética juega un papel fundamental.
Pero el problema comienza cuando esa ética y esa imagen corporativa no coincide con el mensaje emitido. Es un error garrafal —y básico— de comunicación el que debe cometerse para que existan los casos mencionados anteriormente. Y es que no basta con sumarse digitalmente a un movimiento social: también hay que involucrarse con la causa, entenderla y asumirla como propia. De lo contrario, mejor ni intentarlo.
Más de la mitad de los mensajes de Twitter en los que se utiliza la palabra “feminismo” están asociados a sentimientos negativos como la decepción, el lamento, el desprecio o el desinterés, mientras que apenas un 17% remite a emociones positivas como el deseo, la felicidad o la admiración, de acuerdo con un estudio realizado por la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) y el Instituto de Ingeniería del Conocimiento (IIC). Para quien quiera consultar el estudio completo, aquí está la liga. Es un análisis interesante elaborado con Lynguo, una herramienta de monitorización y análisis de social media.
Ojalá que más empresas consulten este tipo de información y sean congruentes y honestos con sus filosofías corporativas. Subirse a un movimiento social no es cualquier cosa: la situación es delicada y todo puede revertirse hasta desatar una crisis.