Existen algunos elementos que nos dan indicios de si la prenda en cuestión ha sido elaborada con los controles y pruebas de resistencia necesarias y, por lo tanto, su durabilidad será superior a otras, llegando incluso a doblar el tiempo de vida.
Entre las pruebas de calidad textil que toda marca debe realizar, figuran la visual. Con ella, los expertos comprueban que la prenda tenga toda su habilitación y un etiquetado coherente con el diseño. También se deben revisar las medidas de acuerdo a una tabla, así como la apariencia después del lavado.
Asimismo, en el departamento de control de calidad se realizan ensayos en los que se pone a prueba el frote, la resistencia y composición. En la primera se realizan una serie de frotes, en seco y en húmedo, sobre un pedazo de la prenda, que debe tener un peso determinado. Para medir la resistencia se someten las costuras y tela a un proceso de rasgado con una herramienta llamada dinamómetro. Por último, se realizan pruebas químicas para asegurarse que la composición de la tela cumple con la tolerancia exigida.
Todo esto se traduce en elementos contenidos en la prenda final que nosotros como consumidores podemos identificar para valorar la calidad de la misma.
La composición de la tela. Aquellas prendas que tienen mayor porcentaje de fibras naturales como el algodón, la lana o la seda en su fabricación, tendrán una mayor resistencia y durabilidad, frente a las que están confeccionadas con porcentajes altos de fibras sintéticas, de más de un 30 por ciento de composición. Esto es aplicable a casi la totalidad de la ropa, desde camisetas, playeras, camisas, faldas, pantalones, camisas, jeans, sweaters o abrigos.
Además, existe la falsa creencia de que cuanto más pesada es una prenda, mejor calidad tiene. El término correcto para referirse al peso es el gramaje y éste no depende del peso de la prenda, sino del peso por metro cuadrado del tejido con el que está confeccionada. El gramaje nos permitirá saber si una prenda es ideal para el frío o el calor, pero lo que nos dice si la prenda está bien hecha, es la calidad de la fibra o tejido utilizada.
Procesos y acabados. Cuanto más se haya sometido a la prenda a procesos y acabados durante la confección, menor resistencia tendrá. Asimismo, cuanto más lavemos o sequemos la prenda a temperaturas demasiado elevadas, más se reduce su durabilidad.
Esto se debe al desgaste de la tela y de la fibra.
Por eso es recomendable lavar las prendas cada dos o tres puestas, en la medida de lo posible o limpiarlas con agua fría, a treinta grados y dejarlas secar al sol. En el caso de los jeans, por ejemplo, las personas los lavan en promedio después de ponérselos 2.3 veces. Pero esta prenda no requiere tanto lavado.
Además, si incrementamos el número de puestas, contribuimos con la sostenibilidad. Se calcula que, si nos ponemos los jeans al menos 10 veces antes de lavarlos, podemos reducir hasta en un 77 por ciento el uso de agua.
Costuras. Otro de los indicios que nos informan sobre cómo se hizo la prenda, son las costuras. Los puntos de unión de las partes anatómicas de la ropa son clave, de igual forma que las articulaciones para el cuerpo humano.
En el caso de los jeans, es muy característica la llamada costura reforzada, que está realizada con un doble pespunte paralelo. Este tipo de unión es la más resistente y garantiza una mayor durabilidad. Es el que tipo de cosido clásico para uniformes y ropa de trabajo, pero también es un indicador de calidad cuando se trata de prendas de moda, ya que tiene un impacto en su esperanza de vida.
Hoy en día cada vez más prendas tienen lo que se conoce como falsa costura reforzada, que implica menos pasos y es más rápida y sencilla de elaborar. No obstante, este trabajo resta resistencia al producto.
Junto con estos elementos que acabo de detallar, podemos fijarnos también en la forma y simetría de la prenda, los acabados y el etiquetado. Este último elemento es muy importante. En las etiquetas siempre debe aparecer la información detallada sobre el proceso de fabricación de la prenda, así como las indicaciones de cuidado de las misma.
Todos como consumidores, tenemos la posibilidad de observar, comparar y decidir. Si disponemos de los conocimientos adecuados, podemos realizar compras informadas de manera responsable.