Para nadie es un secreto que Disney es un monstruo dentro del sector empresarial. Como compañía, la marca ha logrado no sólo mantenerse como líder dentro de más de un segmento, sino que ha conseguido hacer crecer su negocio con nuevas áreas para llegar a nuevos mercados, aún cuando hablamos de una organización que tiene cerca de un centenar de años en el mercado.
Los números de Mickey Mouse
Para darnos una idea, basta con reconocer que durante el cuarto trimestre de su ejercicio fiscal -reportado en noviembre del año pasado-, Disney ganó 19 mil 100 millones de dólares, cifra 34 por ciento más elevada si se compara con lo alcanzado en el periodo anterior.
De manera conjunta, durante el año fiscal, la empresa obtuvo un volumen de negocio de 68 mil 570 millones de dólares (17 por ciento más que un año anterior) consiguiendo un beneficio por acción calculado en 1.07 dólares.
Gracias a estos números, Disney ha logrado posicionarse como una de las firmas más fuertes del mercado. De hecho, el lista sobre las marcas más valiosa de 2019 publicado por Forbes ubica a la firma comercial en la octava posición con un valor de 52 mil 200 millones de dólares, cotización 10 por ciento mayor a lo alcanzado un año antes.
La estrategia del ratoncito
Si bien estos números son impresionantes, resulta aún más relevante tratar de entender como un estudio surgido en los años 20’s consiguió crecer de tal manera que ahora es reconocido a nivel mundial como el líder en el sector lúdico y de entretenimiento.
La adquisición de diversos activos, la diversificación de sus líneas de negocio así como el lanzamiento de propuestas como Disney+, sin duda podrían contestar al cuestionamiento.
No obstante, existe un mapa que data de 1967 que traza la estrategia de negocios de la firma, documento que guarda muchas coincidencias con la forma en la que sigue operando la organización.
El diagrama muestra una estructura de negocio en la que el centro de crecimiento está en generar sinergias entre los productos activos culturas de la marca convirtiendo a cada película y personaje en un producto mismo con la capacidad para generar un mercado propio en el mercado, pero siempre teniendo como punto de partida las producciones cinematográficas que han hecho nombre a la firma.
En otras palabras, el modelo propone convertir a cada película en un universo formado por diferentes aristas de negocio que van desde merchandising hasta la creación de música original con el objetivo de hacer crecer los activos culturales de la compañía que, sin duda, se transforman en productos comercializables.
La historia y presente del modelo
El esquema anterior es una versión renovada y mucho más robusta de un modelo que data de 1957, mismo que aunque con menos elementos y líneas de acción, es similar en cuanto a estructura.
La estrategia de Disney no para en la creación de contenido relevante y de calidad diseñado al gusto de cada público objetivo, sino que además habla de la correcta capitalización del mismo en diferentes áreas de negocio que son parte de una estrategia integrada en donde todas las áreas funcionan como soporte e impulso entre sí.
Esto es justo lo que ahora mantiene a la marca en el epicentro del éxito empresarial. Basta con reconocer que información proyectada por Comscore advierte que Disney dominó los ingresos en taquillas cinematográficas con un 33 por ciento, mientras que la combinación con las producciones en conjunto con la 20th Century Fox, dominaron el 38 por ciento de los ingresos.
Anotaciones que cobran especial relevancia si consideramos que estimaciones de License! Global colocan a Disney com o líder en la venta de licencias de merchandising con más de 54 mil millones de dólares, lo que la ubica por encima de Warner Media con ingresos por 11 mil millones de dólares, Hasbro, con ingresos por más de 7 mil millones de dólares y Universal con ingresos por más de 7 mil millones de dólares.
Si ambos modelos se replicarán ahora, es seguro que sería un esquema mucho más saturado y con mayores vertientes de negocio; no obstante, la lógica sería la misma.