Ya se acabaron los tiempos en los que los grandes eventos se venden solos. Ya sea en el deporte, la cultura o el entretenimiento en general, la oferta de actividades es tan grande y diversa que resultaría ingenuo creer que un evento generará gran convocatoria por sí solo. Y es que el público de hoy no sólo está mejor informado que el de hace 20 o 30 años: también está más interconectado.
Por eso las agencias de comunicación son más importantes que nunca; son ellas las que, a través de sus estrategias y planes de trabajo, saben llegar a las audiencias correctas. Es hora de dejar en claro que la comunicación y las relaciones públicas no son hobbies. Por el contrario: son acciones igual o más importantes que el marketing, según las circunstancias.
Se trata de un ganar-ganar para todos. Si una empresa quiere dar a conocer una actividad determinada, debe entender la importancia de posicionar su evento en los medios de comunicación y de generar alianzas estratégicas para que el público conozca la marca y sus acciones deriven en una mejor experiencia.
El fin de semana pasado, se llevó a cabo el Gran Premio de México 2019. Las escenas, como de costumbre, fueron emotivas, con Lewis Hamilton como el monarca absoluto del Autódromo Hermanos Rodríguez y con un público emocionado hasta la médula por la perfecta logística del evento. Algo que se tradujo, naturalmente, en resultados. Según estimó el titular la Secretaría de Turismo, Miguel Torruco, la derrama económica ascendió a los 17 mil millones de pesos y el grado de exposición mediática fue tan masivo que la carrera pudo verse en más de 200 países.
Dentro de este fenómeno de éxito debe destacarse la gran apertura que han tenido los organizadores de la Fórmula 1 con respecto a la cultura mexicana. Si el Gran Premio de México goza de una identidad única dentro del calendario del automovilismo, es porque se le ha brindado espacio a elementos únicos de nuestras tradiciones y nuestra idiosincrasia. Pienso, por ejemplo, en los alebrijes y las catrinas que han pasado de ser simples personajes a ser protagonistas de evento. Basta un vistazo a las redes sociales para ver qué fascinación ha generado el GP de México entre la comunidad internacional gracias a estos símbolos, convirtiéndolos en un marco de referencia cultural de nuestro país a nivel mundial.
Y esto se debe, en gran medida, a que se han generado las estrategias de comunicación e inteligencia adecuadas para llevar a F1 una parte de eventos culturales como el Desfile y Concurso de Alebrijes Monumentales, que se llevó a cabo el 19 de octubre del Zócalo al Ángel de la Independencia, y que generó una derrama económico de más de 77 millones de pesos, según la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
No hay duda que F1 sigue siendo un caso de éxito en América Latina. De acuerdo con información de los organizadores, la afición mexicana respondió mejor que nunca al imponer un nuevo récord de asistencia: 346 mil personas fueron al Autódromo el viernes, sábado y domingo, es decir, 6 mil más que en 2016.
Estas alianzas entre deporte y cultura hubiesen sido imposibles sin la participación de las agencias de comunicación y relaciones públicas. Situación que debe subrayarse en medio de la crisis generalizada que invade a los medios de comunicación —no son secretos los despidos masivos en la prensa mexicana o el cierre de espacios como el New York Times en español, entre otros. Por su parte, las agencias de comunicación y relaciones públicas viven una doble crisis. No sólo son cada vez menos los espacios mediáticos para difundir información: ahora también hay que enfrentarse al desinterés de las empresas o los gobiernos por diseñar tácticas mediáticas que permitan alcanzar objetivos.
Aunque no existe una cifra oficial del total de medios de comunicación que operan en el país, el Padrón Nacional de Medios Impresos indica que hay 833 periódicos y revistas registrados, es decir, 52 por ciento menos que al cierre de 2018, según datos de la Secretaría de Gobernación.
Y si esto afecta a los medios de comunicación gigantescos como Televisa, TV Azteca, Milenio o El Financiero —por mencionar algunos—, imaginen ahora el grado de daño que puede generar entre las agencias, cuyas plantillas laborales son más reducidas que las que tienen los grandes consorcios multiplataforma. Finalmente, las agencias son Pymes que, como todas las que operan en México, luchan contra una gran cantidad de adversidades económicas, fiscales, laborales y financieras.
A menudo se desdeñan las actividades relacionadas con la comunicación. Se les considera secundarias, alternas, incluso superfluas. Nada más alejado de la realidad. En un mundo donde la sociedad es bombardeada con información y publicidad cada minuto, en cada espacio y ciberespacio, resulta necesario contar con agencias de inteligencia que comuniquen contenidos y oferten experiencias atractivas, eficaces y benéficas para la sociedad. No hay atajos para el éxito.