Por Oscar Rojas
Twitter: @Amenazza

Interesante el fenómeno que se vivió ayer en la twittósfera alrededor de la aprehensión de Mario Flores, que sin planearlo ni pensarlo se ha convertido en celebridad tuitera y de una forma que probablemente a ninguno de nosotros nos gustaría experimentar.

Conozco a Mario porque coincidimos algunos meses en la agencia donde hoy trabajo (él ya no trabaja aquí). Es un buen tipo, con un sentido del humor muy particular (lo pueden constatar si se echan un clavado a su timeline), que tuvo el tino de postear un tuit que se ha retuiteado como pólvora encendida.

Seguí de cerca el caso durante todo el domingo, por tratarse de una persona que conozco, y para ver cómo evolucionaba en las redes sociales con el paso del tiempo (ya ven que me gusta eso de las crisis). En mi navegador, habilité diferentes pestañas para seguir diferentes cuentas y no perderme detalle: amigos, conocidos, trolls, favstars, etc., y establecí una búsqueda para ver qué tanto decían las menciones casuales.

Desde la hora cero en que estalló la crisis y durante las siguientes 24 horas, entre las cuales transcurrieron las 8 o 9 horas en que estuvo detenido Mario -de manera ilegal-, vi cómo comenzaron a propagarse los mensajes. Sobre todo seguí con detenimiento cómo proliferó la imprecisión, que inmediatamente llevó a la condena de la gran mayoría de las personas. Algunas voces -las menos- exigían esclarecer la información, otras rechazaban incrédulas cualquier teoría al respecto e incluso otras acusaban de mentirosos a aquellos que, como @roblesmaloof, la tenían de primera mano – por cierto, Jesús Robles Maloof, quien se autodefine como “Defensor de los Derechos Humanos”, fue para mí la persona clave en la cobertura del caso desde la hora cero.

Obviamente, #MareoFlores fue trending topic en Twitter durante todo el día y la cuenta de Mario subio de unos 3,700 followers a casi 18 mil. “Una opinión en Twitter hay millones…” dijo a López-Dóriga, pero es extremadamente preocupante el hecho de que el Gobierno de este país reaccione tal como lo hizo ante la publicación de un twitt de esa naturaleza. Es preocupante saber que saben e interpretan todo lo que hacemos y decimos y que pueden (aunque no tengan el derecho de) ir a buscarnos en cualquier momento. Da terror pensarlo y es nuestro deber como ciudadanos exigir la respuesta de preguntas como las que plantea @ContingenteMX.

Sin embargo, también es preocupante ver cómo Twitter se ha convertido en una máquina de propagación de mentiras e imprecisiones, de cómo las personas repetimos como loros (o retwitteamos) cualquier cosa sin detenernos 2 segundos a pensar de las consecuencias que puede tener el apretar el botón “enviar”. No soy moralista, pero es importante recordar nuestra responsabilidad al producir y diseminar contenido en las redes sociales. Mario no tenía forma de saber que al día siguiente ocurriría lo que ocurrió, pero nosotros sí sabemos que al reenviar información de otras cuentas u opinar sin saber de un tema, podemos afectar a terceros sin darnos cuenta.

Ayer hubo una conferencia de prensa en el Senado de la República con Mario presente para hablar de este tema. Ahora vienen las bromas, el nuevo hashtag y cualquier derivado que la picardía mexicana sea capaz de elaborar. Pero cuidado con lo que tuitean, tuiteros… más allá de que se pueda convertir en realidad, no debería privarnos de nuestra la libertad.

Que siga la conversación…