Hoy más que nunca, las marcas, los políticos, la sociedad y en particular los influencers se quieren mostrar con un perfil cool. Pero, ¿qué significa serlo?
A mi parecer, ser cool es interpretar la afinidad con la que vemos al mundo a través de las macrotendencias, las cuales hoy toman forma de diversidad sexual, migración, economía local y globalización. Estas tendencias modernas tienen su origen a finales del siglo XIX, en un momento de la historia donde la economía y la tecnología sustituyeron a las estructuras sociales y políticas como eje principal del mundo.
En este punto de inflexión, los miembros de la nueva sociedad entendieron el concepto de “novedad” como objeto de consumo. Éste se convirtió en el motor de la moda y otras industrias para crear la necesidad del consumo. Ante esta necesidad, se generó un lenguaje de aspiración que se va traduciendo en mensajes “frescos” y nuevos, creando la tendencia.
Y es hoy cuando estas tendencias se transmiten de manera inmediata y simultánea gracias al internet y sus múltiples plataformas. Es entonces donde surge mi primera reflexión.
Para empezar, es importante reconocer que las tendencias no son globales, sino que se tropicalizan. No es lo mismo una tendencia entendida por el público de Berlín, digamos, que de Puebla. Estas ciudades no comparten un lenguaje económico, histórico, climático o incluso bélico en común. Por eso, las tendencias van cambiando mediante plataformas como Instagram y Facebook a nivel local, creando una especie de mestizaje cultural.
Este fenómeno se transforma en la aceptación de nuevas tendencias, cuya duración suele ser efímera. Y en este punto las marcas suelen estar un paso atrás de lo que se publica o de lo que está en boca en boca, por miedo a no ser aceptados o no tener una idea que se vaya por lo seguro. En pocas palabras, es como ver a nuestros papás seguir enviando memes de Piolín. Por eso, es más importante poner atención a lo que está pasando en las calles como una interpretación tangible de su sociedad y economía, en vez de enfocarse demasiado en las aspiraciones y condiciones digitales que consume el usuario de manera diaria. Hacerlo da como resultado el poder anticiparse a la siguiente tendencia.