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Según Statista, se espera que para 2025 los vehículos totalmente autónomos generen seis mil millones de dólares
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Por su parte, los coches con sistemas de conducción autónoma parcial generarían 36 mil millones de dólares
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También se estima que la región líder en el mercado sea Las Américas, seguido de Europa, Medio Oriente y África
El entorno de la conducción autónoma es uno de los más emocionantes del futuro próximo. No solo promete, como dice McKinsey, “reinventar la mobilidad”. También puede convertirse en una buena opción de negocio a futuro, efectivamente convirtiendo estos coches en una inversión. Pero antes de alcanzar estas brillantes promesas, deben resolverse importantes barreras técnicas.
Para General Motors, superar estos retos está probando ser más difícil de lo esperado. De acuerdo con Reuters, la marca no logrará entregar sus primeros modelos comerciales de conducción autónoma para finales de 2019, como se tenía contemplado. Ahora, el servicio de robo-taxis se someterá a más pruebas, sin una nueva fecha definida de lanzamiento.
Las promesas rotas de la conducción autónoma
Varias empresas tienen ambiciosos proyectos de coches independientes. Apple volvería a la carrera tras comprar, a precio de remate, una startup de conducción autónoma en quiebra. Waymo, para seguir provocando ruido alrededor de sus taxis, ha apostado por incrementar su número de amenidades. Por su parte, Uber y Tesla han prometido poner en funcionamiento sus respectivos servicios para finales de 2020.
Sin embargo, todo parece indicar que la conducción autónoma es un sueño todavía más lejano de lo que todo el mundo inicialmente esperaba. Las compañías líderes del sector o han estado al borde de la quiebra o se han visto forzadas a aliarse con antiguas rivales. A eso hay que sumarle los tres aspectos técnicos que define el MIT Technology Review. No solo hay que mejorar su seguridad. Además, falta abaratar el proceso y tener un marco regulatorio concreto.
Claro, es preferible que las marcas se tomen su tiempo para presentar un producto y/o servicio que esté a la altura de las expectativas del público. Al mismo tiempo, resulta aparente que las compañías están sufriendo las consecuencias de hacer tantas promesas sobre la conducción autónoma en el pasado. Así que este giro de acontecimientos debería ser una historia de precaución para otras industrias. Sin certidumbre, no es recomendable entusiasmar al público.