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En 2018 se alcanzó el déficit más alto de EEUU en el sector manufactura desde hace más de una década
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Para la administración de Trump, el déficit comercial es el mayor indicador del fracaso económico del país
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Los conflictos con China, Europa y México fueron motivados por un balance comercial negativo con cada nación
Parece que el presidente de Estados Unidos (EEUU) quiere iniciar una guerra comercial contra su propio país. De acuerdo con AP, el mandatario acaba de firmar una nueva orden ejecutiva. En ella, manda que los productos Made in America usados por el gobierno deben utilizar más componentes nacionales. Ahora, el 75 por ciento de los bienes necesitan ser manufacturados dentro de la nación.
Donald Trump reafirmó que esta iniciativa busca “hacer caso a la sabiduría” de los fundadores de EEUU. Con la orden ejecutiva, busca que se pueda “restaurar la independencia económica y volver a despertar el poder industrial” del país. Se estima que, el año pasado, el déficit de la industria de manufactura norteamericana alcanzó un nivel récord de 621 mil millones de dólares (mdd).
Una decisión con posibles efectos negativos para EEUU
La orden ejecutiva es parte de los esfuerzos del ex-magnate para fortalecer la economía de su país. A finales de 2017, el presidente firmó un enorme recorte impositivo para las compañías nacionales. El objetivo de la iniciativa también era fomentar las inversiones y producción dentro de EEUU. Una lógica similar es la que motiva la guerra comercial contra China y Huawei. Mediante prohibiciones, se quiso dar una ventaja a las marcas americanas en el 5G.
Ambas iniciativas no han tenido los efectos deseados. The Guardian reporta que los beneficios del recorte impositivo casi no han sido para el grueso de la población. Y a pesar de los esfuerzos para limitar a Huawei y China, tanto la tecnológica como la marca han encontrado cómo mantenerse al frente del mercado móvil. Algo muy similar sucedería en EEUU con esta nueva orden ejecutiva.
Si el gobierno de EEUU requiere más componentes americanos, puede pasar uno de dos escenarios. El primero es que las compañías se adhieran a las normas, lo que puede subir los precios de sus bienes y afectar a largo plazo la solvencia de la administración de Trump. Por otro lado, puede ser que las instituciones federales dejen de adquirir tantos productos, pues no cumplen con las normas establecidas. Y, en consecuencia, reducir el PIB del país.
Como quiera que se observe, no parece una decisión prudente del gobierno de EEUU. E, irónicamente, en un esfuerzo por ganar la guerra comercial contra el resto del mundo, Trump de hecho podría provocar que el derrotado sea su propio país.