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La economía de China avanza a su ritmo más lento en 30 años.
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Las exportaciones son su mayor problema: por las tarifas y trabas de distinta índole, ya no crece como antes.
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El mundo espera una recuperación para volver a rodar.
El volumen de la economía china y su geométrico crecimiento, tanto interno como externo, ha marcado el pulso de las finanzas mundiales desde finales del siglo 20 hasta ahora.
Tanto ha sido así, que del fenómeno del gigante asiático nació y se extendió la frase “crecer a tasas chinas” para referenciar un gran avance mucho mayor al promedio en casi cualquier contexto.
Sin embargo, nada es para siempre, y lo que hasta ahora parecía imposible, está pasando: el país liderado por Xi Jinping ya no crece a “tasas chinas” y los operadores financieros del mundo abren los ojos sorprendidos.
Los datos del segundo trimestre de 2019 muestran que su economía se desaceleró al ritmo más débil desde que comenzaron los datos trimestrales en 1992. Hay una causa: la situación comercial con los Estados Unidos, el otro gigante comercial del planeta.
Según Financial Times, el enfrentamiento con el país de Donald Trump y la imposición de aranceles y tarifas por más de 200.000 millones de dólares hizo mella en las exportaciones. La economía china, ahora, sólo se sostiene con su consumo interno.
De acuerdo con los datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas, el PIB creció un 6,2 por ciento interanual, cifra que estuvo en línea con las expectativas de la mayoría de los analistas, pero que resulta ser la más lenta desde que el organismo comenzó a calcular estos datos en 1992.
El mayor problema es que no se ve una luz en el horizonte: las relaciones de Pekín con Washington están casi tan tensas como el año pasado, a pesar de que los presidentes de las potencias acordaron una tregua luego de una reunión entre Trump y Xi el mes pasado en la cumbre del G20 en Osaka.
“Vemos más debilidad en la economía china en el horizonte”, le dijo al mismo medio inglés Julian Evans-Pritchard, economista de Capital Economics.
El comienzo del largo y venturoso periodo de expansión de la economía china se considera tras el desplome de las protestas en la Plaza de Tiananmen en 1989. Luego de esa crisis, se recuperó e inició un prolongado avance que sólo se vio interrumpido brevemente por la crisis financiera asiática a finales de la década de 1990 y tras el “octubre negro” de 2008.
Wang Tao, la economista jefe de UBS AG en Hong Kong, le dijo en una entrevista a Bloomberg TV que si bien “continúa una desaceleración en el crecimiento del segundo trimestre”, se puede advertir que hay algo de “estabilización”.
Una de las claves para que el mercado interno chino se haya mantenido fue el crecimiento de las ventas de automóviles. Sin embargo, esto se produjo a partir de que las terminales ofrecieron grandes descuentos para atraer a los compradores. Los economistas tienen sus reservas respecto de esto, ya que entienden que no es sostenible en el tiempo y que en algún momento, será una burbuja que estallará.
Menos mercadotecnia
La merma en el crecimiento de China, visto desde el punto de vista del marketing, también es un problema. Según Kim Whitler, profesora de mercadotecnia de la Universidad Virginia, Estados Unidos, dice en un artículo de Harvard Business Review (HBR) que el gigante asiático está desarrollando modelos comerciales innovadores y disruptivos, muy diferentes a los occidentales.
De acuerdo con la experta, se diferencian del enfoque occidental en dos dimensiones. Por un lado, porque diseñan campañas sólo en unos pocos días (y no largos meses). Por otro, porque su material promocional no hace mención alguna de productos, servicios u ofertas. En lugar de publicidad tradicional y canales comunes de difusión, usan sólo “experiencias”.
La caída de su economía, o simplemente una ralentización, puede acarrear una baja en las acciones de mercadotecnia y publicitarias mundiales que los expertos deben analizar y estar muy atentos.