Recientemente formé parte de un equipo que realizó un estudio sobre las noticias falsas (fake news) con la finalidad de comprender mejor el problema, su impacto y estar en posibilidad de crear protocolos efectivos para proteger efectivamente la reputación de las empresas.
El primer dato revelador del estudio es que solo 2 de cada 10 (22%) de las empresas no cuentan con algĂşn tipo de herramienta o protocolo para la gestiĂłn de situaciones de crisis de comunicaciĂłn en general y el indicador se duplica en cuanto aquellas que no tienen un protocolo especĂfico para abordar el reto de un fenĂłmeno de fake news.
Y no es que se trate de algo insĂłlito, incontables noticias falsas se pueden encontrar a lo largo de la historia. Existen casos de alteraciĂłn de datos, artĂculos sesgados, propaganda polĂtica e historias sensacionalistas, que se han utilizado para inclinar opiniones con el fin de ganar poder e influencia.
A principio de este siglo, hice un viaje a China. Nos conducĂa un simpático guĂa que poco sabĂa de MĂ©xico y quiso corroborar algunos datos que habĂa recogido en los medios o conversaciones con otros visitantes. Dos preguntas llamaron mi atenciĂłn: ¿“Es verdad que en MĂ©xico existe un restorán donde se pueden tomar todas las tazas de cafĂ© que uno pida y se paga una sola?” Algo que resulte inaudito en un paĂs donde predomina el consumo de tĂ© sobre el cafĂ©, y que además tiene un precio más alto.
La segunda pregunta fue increĂble: ÂżExiste el chupacabras? Dramático pensar que ese era su interĂ©s sobre MĂ©xico, pero más dramático aĂşn, advertir influencia y el poder de globalizarse de las fake news, aĂşn sin la proliferaciĂłn de las redes sociales, quĂ© hoy, han convertido al ciudadano comĂşn en un periodista.
Ello es también la causa de la aparición de datos imprecisos, pues ya no son las organizaciones de noticias las que se llevan “la exclusiva”, sino los ciudadanos que portan teléfonos inteligentes y nos ofrecen la primera visión de los hechos en tiempo real. La persona promedio ahora tiene un papel activo en la captura y la distribución de noticias e información.
Esto ha generado otra distorsión, pues algunos de los medios de comunicación con mayor credibilidad en el mundo ahora se inclinan por “ser el primero” frente a “ser el mejor”. La naturaleza de la especulación ha diluido, con el tiempo, la credibilidad de muchas organizaciones de noticias en el mundo.
La facilidad de obtener información y noticias a través de medios digitales, provocó un cambio significativo en cuanto a cómo el público consume las noticias. Esto, por ende, también modificó la manera en presentar los contenidos, pues hoy la información se consume como un snack (botana), en trocitos y en grandes cantidades, lo que también afectó la forma en que los periodistas escriben, optando por titulares llamativos que son los que de vistas o clics reciben y lo que determina el éxito de la nota.
La influencia de la polĂtica en los medios, ha sido tambiĂ©n un factor que convive con el fenĂłmeno de la falta de objetividad y las opiniones sesgadas. Los sentimientos han reemplazado a los hechos. Es la post-verdad, donde la retĂłrica y los temas de discusiĂłn han reemplazado las rĂ©plicas objetivas y reflexivas. Es el surgimiento de la “post-verdad” como una representaciĂłn de cuando los hechos objetivos son menos influyentes en la formaciĂłn de la opiniĂłn pĂşblica que apelar a la emociĂłn y la creencia personal.
Todas estas condiciones, respaldan otro de los hallazgos del estudio en el que participaron mas de 300 profesionales de la comunicación, y es en la definición de las principales intenciones que generan noticias falsas. En primer lugar, se menciona la acción deliberada para dañar la reputación de una organización; para desacreditar; porque quien las genera puede obtener un beneficio personal o colectivo; por generar notoriedad o por venganza, entre los principales.
Las organizaciones tienen que aprender a convivir con las noticias falsas y no tienen más remedio que estar bien preparadas para enfrentarlas, a travĂ©s del fortalecimiento y blindaje de su reputaciĂłn, creando polĂticas y protocolos que permitan una reacciĂłn ágil y efectiva y la generaciĂłn de contenidos que abonen a su prestigio y por ende, a su credibilidad.