Por Juan Cárdenas
Twitter: @Desautomatas
Más que nunca están de moda las películas inspiradas en personajes e historias de comics. Este verano ha sido muestra de ello: Linterna Verde, Thor y Capitán América son ejemplos populares; responden a una tendencia que toda la década pasada se consolidó y nos sirven como extraordinario ejemplo de lo que es saber vender y ofrecer, y al mismo tiempo no saber comprar ni consumir.
Por un lado, las productoras encontraron la fuente perfecta de ideas, las ya probadas. Y la tecnología permitió que esas historias no fueran vistas en animación, sino representadas por actores de carne y hueso. Así pues, estamos saturados de películas inspiradas en comics.
Ahora que recién pasó una de las convenciones más grandes y mejor remuneradas en Estados Unidos, la Comic Con de San Diego, California, se acumularon las críticas negativas contra la mayoría de estas películas, sobre todo las más famosas (y costosas), acusando a las casas productoras y a las compañías editoriales dueñas de los derechos por destruir a los personajes, por no tratarlos con respeto, por terminar realizando películas “domingueras” o hollywoodescas. Esto en blogs, páginas o revistas especializadas, en columnas de críticos, en redes sociales. Y aunque fueron las menos en cantidad, sí son muy sonadas.
¿A qué responde? Básicamente a dos factores. El primero: a los productores no les importan los fanáticos, mucho menos los más fieles, y ¿saben algo? hacen bien. Están conscientes que serán los primeros formados en el cine aunque sepan de antemano que Bucky, el compañero del Capitán América, no corresponda a la edad y muera tan pronto en la película (¡ups!). Aún así irán a verla en cuanto puedan.
Segundo; los fanáticos de los comics son intratables. Nunca están satisfechos y no se han dado cuenta que las películas de comics no son para fans de los comics, ellos no son el mercado fuerte de esas películas, vamos, cada vez lo son menos para los propios comics impresos porque pueden descargarlos de internet y obtener todo gratis. Ese público ya hizo su parte en un mercado especializado, pero el cine es más amplio y condescendiente, no necesito saber por qué el verdadero nombre de Batman, Bruce Wayne, en español fue Bruno Díaz para ir al cine y verlo pelear contra el “Guasón”.
Sin embargo, muchos se quejan saliendo de estas películas. ¿Qué esperaban? Y antes de responder, mejor pregúntense ¿para qué? Y luego ¿por qué? Los productores son empresarios destinados a hacer negocios remunerados -mientras más, mejor- y están aprovechando una situación, no son artistas. Claro hay ejemplos como Guillermo Del Toro y sus versiones de Hellboy, un talentoso nerd director de cine y fanático del comic, quien lo adaptó y produjo obteniendo un gran producto. Pero son excepciones.
Por supuesto tenemos derecho a opinar y lo seguiremos haciendo, sean de comics o no, pero a veces no vale la pena y podemos ahorrárnoslo si tenemos un poco de conciencia. Quienes ofrecen el producto la tienen, nosotros como consumidores tenemos la opción. Al ofrecer un producto debemos conocerlo y saber quién puede comprarlo y por qué. En este caso, los fans del comic son una ventaja para el productor, son generadores de opinión y publicidad gratuita, una máquina como pocas. Así condenen la película al infierno, el resto de los ñoños de todas formas tendrán que verla, ¡lo saben! El resto de la gente simplemente no les presta atención, ¡son ñoños! y ellos van al cine esperando buenos efectos, emoción, gente bonita en pantalla, chistes fáciles, y si hay elementos de algún comic pues bien. Eso es todo.
Es tiempo de ser más conscientes como consumidor, porque de esa manera obtendremos productos de mejor calidad, podremos discutir de nuevo con fundamentos que no caigan en lo absurdo o lo obvio. Y ni siquiera hablo de boicot, para nada, hay que seguir consumiendo, creo que es sano. Pero creo también que el juicio mediante el cual aceptamos y calificamos productos o servicios es hoy en día muy bajo, muy prostituido o automatizado, y nos hace perder perspectiva, puntos de comparación; por lo tanto, criterio.
Sé muy bien que tampoco podemos menospreciar la mala calidad y las sorpresas que nos entrega, pero trato de suavizar la expectativa con un poco de realidad. Estoy emocionado por la próxima entrega de Batman, soy gran fan del comic, sólo creo estar consciente de lo que compraré, de quién me lo ofrece y qué me ofrecen. Con esto en mente, creo ser cada vez mejor en lo que ofrezco y produzco, en saber a quién y cómo.