El robo más grande que puedes hacer a una persona no es dinero, tampoco las propiedades. El hurto más severo será el de sus problemas, con ellos desaparece la capacidad de resolver el futuro. En la actualidad, el riesgo más grande al que se enfrenta la humanidad es el robo de sus problemas diarios. Para el 2025 se espera que el valor de mercado de la inteligencia artificial alcance los 89 mil millones de dólares. Según cifras de la revista Merca2.0, este año el crecimiento de la industria será del 154 por ciento a nivel mundial. Gran parte del crecimiento será en la Unión Americana y México se verá salpicado de manera natural.
Esta mañana al escribir un mensaje en mi teléfono móvil mis dedos se movían a una velocidad impresionante, mi vecina de butaca en la sala de espera del aeropuerto veía con atención mi destreza. Sin embargo, lo que no sabe la mujer es que en los últimos seis meses he utilizado Swiftkey para escribir en mi Android. En ese tiempo —gracias a un motor de inteligencia artificial— ha mejorado en 14 por ciento la precisión, con 36,416 toques de teclado corregidos. En menos palabras, hago como que escribo, pero indudablemente soy bastante malo. Por otro lado, el software me hace pensar que mi habilidad al escribir no requiere mejoría. Un ejemplo claro de un problema que me han robado. Ahora cuando escribo en un iPhone rápidamente se llena mi texto de errores. La inteligencia artificial vendrá a robar a los clientes de sus problemas. El tema tiene una trascendencia importante y habrán repercusiones en el consumo. Pero no solamente las marcas se verán afectadas, la política también verá un horizonte distinto.
En una discusión reciente una apasionada comentarista me debatía sobre el uso de bots como estrategia de intimidación política. Aunque agradezco la refrescante inocencia, no dejo de pensar en la desventaja del consumidor promedio. Es cierto que los bots y granjas de usuarios hacen que las personas sea más renuentes a compartir su opinión. Sin embargo, este fenómeno es cada vez más inevitable. Las redes sociales se ha llenado de condicionamientos sociales y de manipulación de la opinión. Ahora, no debemos tener una opinión crítica, las redes sociales la proveerán en forma de cajas de resonancia. Eso explica en parte el nivel de polarización social y al mismo tiempo la fusión de opinión. Todos coludos, o todos rabones diría el dicho. La diversidad de opiniones se hace sensiblemente menor conforme avanzan las plataformas digitales.
En e-commerce sucede algo similar, el “Amazon’s Choice” y el “Best Seller” captarán una proporción desordenada de las compras. En 2018, 30 por ciento de las empresas que participaron en un estudio realizado por KPMG reconocieron que ya habían implementado el análisis de predicciones para incrementar sus ventas. En contraste 28 por ciento de ellas estaban en proceso de finalizar programas pilotos con el mismo fin. En menos palabras, en 2019 la mayoría de las 590 empresas globales están inmersas en la optimización del consumo. Para México esto supone un problema, la gran mayoría de las empresas con las que converso apenas se encuentran en una etapa de recolección y análisis de Big Data, no hablemos de inteligencia artificial. De manera impactante América Latina no tiene representación en el segmento de empresas de esta tecnología. De los 10 países con mayor número de compañías de IA el único de habla hispana es España que apenas logra la lista con 1 por ciento, en contraste Estados Unidos suma 41 por ciento y China 20.5 por ciento.
Según IDC para el 2020 el sector financiero invertirá 11 mil millones de dólares en la implementación de sistemas de inteligencia artificial. Nuestras compras estarán fuertemente monitoreadas por un algoritmo de aprendizaje de máquinas o machine learning que podrá recomendar las mejores inversiones. Sin duda puedo anticipar que la próxima crisis financiera no será causada por humanos, por lo menos directamente.
La pláticas de extrema paranoia que muestran a una Skynet tomando control del mudo se sienten poco actualizadas. La inteligencia artificial no está por venir, estamos inmersos en ella hace unos años y sólo algunos se atreven a discutirlo. No hay duda que la inteligencia artificial y el big data son benéficas para el marketing. No obstante, las marcas y agencias de mercadotecnia han sido lentas en su implementación. El debate ético de robar al consumidor sus problemas es muy importante, primero hay que llegar a esa situación. Lo que no debemos permitir es que sean otros países los que roben los problemas a los consumidores locales, por lo menos no en su totalidad. Estoy a favor de la globalización pero no a costa del crecimiento local. En todo caso debemos crear empresas que salgan a robar problemas de consumidores a nivel global.