Por Camila González
@camilaglz
Cuando las figuras se ponen las camisetas de las marcas, le imprimen a la imagen de los productos su personalidad y comparten con ellos su sello de prestigio, la eficacia de la publicidad lleva un buen trecho abonado de antemano. El famoso se fusiona a la marca, las mentes asocian con rapidez y todo sucede. Herramienta infalible. Tengo estos casos de anuncios ochenteros de Huellas de la publicidad, en los cuales tres marcas se dejan poseer por la fuerza de figuras que para su momento ganaban con tan sólo existir.
Alejandra Guzmán, hace 20 años, confiesa que no puede comerse una sola papa frita Sabritas, y en el contexto de su show y de su onda ochentera, le presta su voz a un jingle que muchos cantan en la tina. Su música y la reputación de calidad de una marca, tan rica como adictiva, se funden en el mensaje. Si Alejandra no puede parar con las papas, ¿alguien sí?
AÑO: 1990 MARCA: Sabritas
Por la misma época el refresco emblema que ha navegado por todos los barcos de la publicidad posible, en 1991 entregó su bandera a Luis Miguel en pleno apogeo del rubio de ojos verdes. Con una letra sobre Coca Cola el famoso canta una de sus canciones de siempre, con imágenes de video clip musical. Sólo oír a Luis Miguel y a la vez ver la ola roja con blanco de la marca, deja a Coca por las nubes.
AÑO: 1991 MARCA: Coca Cola
Y ya a un nivel internacional, como el de este comercial de Pepsi de 1984, el producto se sube al tren de la imagen de un mítico personaje como Michael Jackson en su etapa de furor. Durante los preparativos de un concierto y mientras el espectáculo, Pepsi no quiere protagonizar, le deja toda la capacidad de brillo al rey del pop. En el camerino y en las gradas de fanáticos, el refresco es un espectador más. Así, sin querer el primer plano de la cámara, discretamente, la marca se asegura de ser la compañía fiel, un aliciente más de la vida.
AÑO: 1984 MARCA: Pepsi